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Clasificados, pero ¿consiste sólo en eso?

Una de esas increíbles carambolas del fútbol, el autogol de Nicolita, desatascó un partido en el que el Madrid estuvo más espeso que de costumbre. Beckham y Raúl, en lugar de celebrarlo, fueron a consolar al rumano, buen jugador, el mejor y más activo de su equipo en los dos partidos. Feo como un demonio, pero buen jugador. El fútbol gasta estas malas bromas. Roberto Carlos contaba a Juan Carlos Nieto en Canal +, nada más acabar el partido, que a él le pasó en el Sao Paulo. La culpa es repartida, porque ¿dónde había ido el portero? Pero para el recuerdo quedará Nicolita. Mala suerte, muchacho.

Y buena para el Madrid, al que, por otra parte, se le estaban escapando los goles por milímetros. Pero no estaba jugando bien. Frenado con faltas en su propio medio campo, como en Tarragona, salía pocas veces. Y cuando salía, lo hacía con pocos. Y Raúl no tiene desborde a la derecha. Y de Van Nistelrooy hay que esperar más. Y ahora que Emerson va hacia arriba, Diarra va muy hacia abajo. Robinho encaraba e intentaba siempre, pero la jugada, por falta de acompañamiento o por lo que fuera, se le quedaba casi siempre en tres cuartos. Un partido espeso, con pocas ocasiones y falladas. Si no es por Nicolita...

Pero vino el gol y el panorama se abrió. Y hubo tiempo para fallar un penalti que coronó la noche negra de Van Nistelrooy. Y para Ronaldo, que entró con ovación atronadora. Su presencia impone porque esté donde esté se le ve cerca del gol. Hasta en medio campo se le ve cerca del gol. Pero algo le falta, aparte de una mayor atención para no caer en fuera de juego. El partido estaba para él, y sus compañeros procuraron mandarle balones profundos, pero el gol no llegó. Lástima. Hubiera sido un mejor final para un partido que, eso sí, deja al Madrid clasificado a falta de dos. Pero, ¿de verdad consiste sólo en eso?