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Demasiadas patadas en cinemascope

Actualizado a

Un franchute que defiende a otro franchute. Eso verán en estas líneas los que no quieren seguir viendo magia en los estadios de España. No es una mera cuestión de coincidencia de pasaporte lo que me lleva a pedir un poco de justicia para un jugador de excepción que hace que, todavía, la gente entre en los estadios, disfrute y vuelva contenta a casa. El pasado sábado, Zidane vio una tarjeta roja por un rifirrafe, fruto de la tensión generalizada provocada por errores arbitrales. No quiero justificar su reacción caliente pero sí aportar un dato muy significativo que nos permita entender lo difícil que resulta ser un creador, además vestido de blanco, lo duro que es tener más talento que los adversarios.

Como todo el mundo sabe, el pasado sábado se rodó en el Bernabéu un película exclusivamente dedicada a la elegancia del Zidane futbolista. Los directores, Philippe Parreno y Douglas Gordon, han tenido la gentileza de pedirme que sea su asesor para esta magnífica obra. Por ello pasé largas horas hablando, después del encuentro, con los que filmaron a Zizou. Y muchos me confesaron que habían alucinado con el número de patadas, empujones, gestos feos que el jugador francés había tenido que aguantar durante los 95 minutos que estuvo sobre el césped. Quince cámaras dirigidas sobre Zidane permitieron ver de todo. Después de eso, me parece normal la reacción del francés. Un galáctico es también un ser humano. No lo olvidemos.