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El Cádiz acudió en su rescate

De Oli siempre recordaré su fichaje por el Betis. El equipo verdiblanco buscaba un delantero y tenía muy avanzada la contratación del holandés Roy Makaay. Pero se decidió por el asturiano a instancias de Luis Aragonés, que buscaba un futbolista con garra, carisma y, por qué no decirlo, gol. Y en Heliópolis no defraudó. Después regresó al Oviedo, un equipo que aparentaba lo que no era. Fichaba mucho y mal y vivía por encima de sus posibilidades. Como si fuera un castillo de naipes, aquello se derrumbó. No fue culpa de Antic, ni siquiera, del supuesto 'arreglito' en ese Real Sociedad-Osasuna del que tanto se quejan en Asturias. El Oviedo en la UVI, y Oli lo sufría en silencio.

Creo que el asturiano acabó hasta el gorro del fútbol y que se planteó en mandarlo todo a freir espárragos de no haberse cruzado en su camino el Cádiz. Y ahí se ha forjado uno de los matrimonios más sólidos y con mayor consistencia del fútbol español. Oli-cadismo. Y de eso se ha beneficiado el Cádiz. Garra, fuerza, imaginación y un carácter y espíritu optimista que arrastra a todos sus compañeros. Oli parece un gaditano más y ya no le sacan ni los GEOS. Amigo del gran piloto Fernando Alonso, siempre que 'habemos Fórmula Uno' en Jerez, tenemos a don Oliverio acompañando y animando al joven, y ya experimentado, piloto. Pero, en la distancia, siempre tiene presente al Oviedo. Sé que lo pasó mal cuando el Arteixo privó a los ovetenses de ascender a Segunda B. "Las aficiones del Oviedo y el Cádiz son muy parecidas. Lo de allí es increíble. En Tercera, y van 10.000". No me extraña que Oli esté como en casa. ¡País!