En el Tour también gana Ferrari

Las audiencias del Tour han caído sensiblemente en Francia y espectacularmente en España. En Italia, el otro país con gran amor al ciclismo (y con gran vuelta propia) se recuperan, remolcadas por el desempeño de Basso, prometedor en los Pirineos aunque entreguista después. ¿El efecto Armstrong? Seis años de ver al mismo corredor apabullar a todos los demás pueden ser demasiado, pero el problema quizá no esté ahí, sino en la credibilidad de esta estrella, puesta en solfa por muchos. Por Simeoni, del que se vengó ayer, por Lemond, por Bahamontes... Y por muchos otros en voz baja, pero de forma persistente.

Armstrong superó un cáncer. En algunos aspectos es un deportista ideal. Un tipo que se entrena a fondo, que sufre en invierno como ninguno, castigándose a bajas temperaturas en las duras rampas de los mismos puertos que luego destripa en el Tour a la vista de todos. Impecable en eso. Se dedica al Tour de forma casi exclusiva, lo que no todos los grandes campeones han hecho (en realidad ninguno hasta él) y eso le hace ser aún más poderoso en la prueba francesa. Pero a todo eso se sospecha que añade la ventaja de una cartilla médica que le permite tomar productos para el cuidado de su pasado mal que le fortalecen artificialmente.

Y es que el ciclismo vive una situación crítica. Ha empezado a tomarse conciencia de lo peligroso que es el doping, tras los casos Chaba, Pantani y Manzano y hay una rectificación general, una reacción positiva que se extiende. Pero eso está dando grandes ventajas a los que tardan en descolgarse. Si Armstrong tiene la conciencia de verdad limpia, debería mostrar su cartilla médica, por el bien de la credibilidad del Tour y del ciclismo en general. Para responder a ese dicho que circula por la carrera: en el Tour también gana Ferrari.(Ferrari es el médico de Armstrong, procesado en Italia, uno de los grandes santones de la medicina ciclista).