Si no teníamos suficiente con memorizar la lista de alimentos o calorías de una dieta, ser estrictos con ella y añadirle ejercicio físico, ahora hay que sumar una nueva variable a la cruzada contra el peso: El reloj.

Al parecer, según un estudio de las universidades de Murcia, Harvard y Tufts que publica la revista International Journey of Obesity, para perder peso influyen tanto los alimentos que ingerimos como el momento del día en que realizamos la comida. La investigación revela que quienes comen antes de la tres de la tarde tienen más probabilidades de adelgazar que quienes lo hacen más tarde. "Aquellos individuos que comen tarde -después de las tres- muestran una pérdida de peso significativamente menor de los que comen temprano", asegura Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia y autora del estudio.

La comida es el momento clave para mirar al reloj y tener en cuenta a qué hora la realizamos ya que supone el 40% de las calorías que ingerimos diariamente mientras que el desayuno y la cena, reza el estudio, son comidas "menores" cuyo horario no tiene repercusión en la pérdida de peso.

La investigación hispanoestadounidense ha revelado que los comedores tardíos, además de que perdieron menos peso, por norma general consumen menos calorías en el desayuno e incluso se lo saltan, son más trasnochadores y presentan una variante genética que codifica una proteína implicada en el reloj circadiano que marca los horarios del organismo.