La rotura de ligamento cruzado es, probablemente, la lesión más temida en el fútbol y en muchos deportes. Grandes futbolistas como Xavi Hernández, Alessandro Del Piero, Roberto Baggio o Michael Owen se han dado de bruces con la roturar del ligamento cruzado anterior, que suele suponer decir adiós a una temporada y estar fuera de los campos durante al menos medio año.
La rodilla no está bien diseñada. Un giro brusco, un pie clavado en el suelo o una excesiva presión sobre la parte posterior de la corva durante un salto crean el caos y el ligamento no es capaz de aguantar la presión y se rompe. En cualquier caso, nos ponemos en manos de un profesional para aquellos que quieran una explicación más avanzada.
Esta lesión tiene un tiempo de recuperación variable que en el caso de la élite deportiva puede dejar apartado al deportista entre 6 y 9 meses, teniendo en cuenta eso sí, que no se produjese ninguna complicación durante la recuperación del atleta.
La reconstrucción del ligamento hasta este momento se ha llevado a cabo mediante un injerto del tendón de la corva. Se trata de la operación más fiable de las que se practican actualmente, después de que en los años 80 se uniesen los ligamentos por grapas especiales y estas comenzasen a fallar. Aquí entra en juego la el equipo liderado por la doctora Martha Steward.
Lo que este grupo ha comenzado a practicar otro tipo de operación en la que se inyecta sangre del propio paciente y que sirve de puente entre los extremos rotos del ligamento. Se concluyó algo espectacular en las primeras diez operaciones que practicaron: el cruzado anterior se regeneraba en un plazo de entre seis y siete semanas.
Aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo ya que el procedimiento se encuentra aún en fase experimental y según los expertos no se podría dar por válido hasta dentro de cinco o seis años, siempre que se registren casos positivos en la recuperación de los pacientes y que no sufran desplazamiento.
El paciente cero fue Corey Peak, un candidato de 26 años para una tesis doctoral en la universidad de Yale, que se ofreció voluntariamente a la operación. A los tres meses ya estaba corriendo. La nueva técnica apoya la regeneración natural del tejido en contra del injerto. El siguiente paso es comparar la evolución entre los nuevos pacientes y los que pasen por el proceso tradicional y sacar conclusiones. Un remedio más rápido y natural a la peor lesión del deporte podría estar a la vuelta de la esquina.