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F1 | EL ANÁLISIS

Red Bull salva su futuro, pero compromete a la Fórmula 1

La congelación de motores a partir del próximo año alivia a los austriacos, pero limita las posibilidades de Ferrari y Renault y puede alejar más a Mercedes.

Sede de Red Bull en Milton Keynes
DIARIO AS

Red Bull nunca fue sólo un sponsor en la Fórmula 1, la empresa austriaca es dueña de dos escuderías y por su programa de formación de pilotos ha pasado, sin exagerar, casi la mitad de los pilotos de la parrilla del Gran Circo. Su presupuesto ronda los 300 millones de euros, el tercero en discordia, si bien han lucido un talón de Aquiles desde la gestación del equipo tetracampeón que limitaba sus aspiraciones: nunca fabricaron sus motores.

El pasado lunes Red Bull anunció que, desde 2022, se hará cargo de sus propias unidades de potencia. La realidad es menos aparatosa: la FIA aprobó la congelación de motores entre las temporadas de 2022 y 2025, escuchando la propuesta de los austriacos (que han presionado hasta la extenuación) y con unanimidad por parte del resto de escuderías del Mundial. La firma que dirigen Christian Horner y Helmut Marko comprará la tecnología de Honda y mantendrá una nave en Milton Keynes para seguir ensamblando estos propulsores, idénticos, cuando los japoneses hayan abandonado la F1.

No tendrá que depender de las prestaciones de un tercero para competir, ni financiará a un rival directo mediante una factura anual que supera los 20 millones de euros. Visto bueno. Con esta decisión están conformes los diez constructores y los cuatro fabricantes de motores. Encaja con el contexto de crisis y con el techo presupuestario de 160 millones por año y equipo que ha introducido la F1. Pero tiene riesgos: si Renault, Ferrari o incluso Honda no dan con la tecla durante este año en lo que a motor competitivo se refiere, la enorme ventaja de Mercedes puede volverse insalvable… ¿hasta 2025? El Mundial no se lo puede permitir.

Las expectativas de Ferrari y Renault

Ferrari lleva más de un año preparando la evolución de 2021 para Sainz y Leclerc, un motor completamente rediseñado que corrige el lamentable paso atrás de 2020 (también derrumbó a Haas y Alfa Romeo), cuando la FIA les obligó a replantear su propulsor por ciertas ilegalidades en el flujo de combustible que nunca se confirmaron. Renault también ha dedicado todos sus esfuerzos al ejemplar que recibirá en exclusiva Alpine para Alonso y Ocon. De hecho, durante la pasada temporada apenas hubo mejoras de prestaciones por su parte. 

Mientras tanto, en la fábrica de Brixworth se preparan para suministrar motores a cuatro equipos diferentes: Mercedes, McLaren, Aston Martin y Williams. Es cierto que las diferencias entre unidades de potencia se han reducido notablemente en las últimas campañas en comparación con aquel primer híbrido inalcanzable de los alemanes, pero la congelación de componentes y los límites en el desarrollo aún suenan a idioma extranjero en el deporte de la vanguardia tecnológica. Y parte del paddock lo recibe con recelo cuando un mismo equipo ha dominado el campeonato durante siete temporadas, que pronto pueden ser ocho.