Terminaba el 'briefing' posterior a la carrera y Carlos Sainz ya no sabía dónde meterse. Al principio, con la adrenalina de la defensa sobre Raikkonen y el cuarto puesto, que ya era premio, el madrileño restaba importancia a la investigación a Hamilton. Pero con el paso de los minutos, esa posibilidad se intensificaba y la tensión era lógica. Se hizo eterno porque lo fue, y mientras tanto Carlos charlaba con miembros del equipo o representantes de Estrella Galicia, hacía tiempo sin quitarse el mono y aguantaba como podía, con cara de circunstancias. "Nada aún", la frase más repetida.Porque una vez se supo que Hamilton estaba sancionado con cinco segundos, oficialmente, nadie quiso lanzar las campanas al vuelo: Sainz estaba siendo investigado junto a otros cinco pilotos por abrir el DRS en bandera amarilla. Y estas acciones de los comisarios son las que más tiempo llevan antes de confeccionar la clasificación definitiva de un gran premio. Paul James, 'team manager' de McLaren, fue hasta dos veces a Dirección de Carrera.
La primera volvió de vacío, aún no había novedades. La segunda, poco antes de las seis de la tarde en Sao Paulo, regresó con un trofeo guardado en una funda. "Si lo tenía yo antes", confesaba a AS una de las personas más cercanas a Lewis Hamilton, "Lo he tenido que devolver". James se lo entregó directamente a Carlos Sainz en medio del 'paddock'. Le seguía un mar de cámaras y una enorme pizarra que enmarcaba el tercer puesto de Sainz y el cuarto de McLaren, asegurado matemáticamente. Se inició entonces la caravana festiva: la mayoría de miembros del equipo allí presentes más un importante grupo de prensa acompañaron al piloto de 25 años al podio, que no había sido desmontado aún porque la F1 contemplaba este escenario. La celebración duró casi una hora entre fotografías, champán y demás, y continuó en el 'pit lane' con la clásica foto del ganador, aunque el garaje de McLaren ya estaba más bien desmontado. De hecho, la prensa cruzó por el box con los monoplazas a la vista, descubriendo sus intimidades, lo que en cualquier otra ocasión se oculta celosamente se pasó por alto, qué importa. A Sainz se le escapó alguna lágrima cuando habló con su padre. Lo celebró con todos, no se dejó a nadie. Mención especial para Rupert, su preparador físico; Tom Stallard, el ingeniero de carrera; Charlotte, su jefa de prensa, y Carlos Oñoro, su mánager. Faltaba Sainz padre, el otro miembro del clan Sainz en las carreras, ayer en un día feliz, pero también lamentando no estar en Brasil.
Tampoco viajó a Brasil Zak Brown, aunque ya ejerció de maestro de ceremonias Andreas Seidl coreando "Súper Carlos' en el podio más largo que se recuerda. Cantaron los mecánicos el 'Smooth Operator' a viva voz, la sintonía del 'mejor del resto' en 2019. "Subir con mi gente al podio compensa no haber estado en el anterior. No puedo dar las gracias más veces a mi equipo, este año ha sido un sueño hecho realidad y encima tenemos el podio", dijo Carlos. Y luego todo terminó casi de golpe, porque Sainz tenía que coger un avión a las 23 horas en el aeropuerto de Guarulhos camino de Londres. Hay que ir a la fábrica de Woking y seguir trabajando, el segundo podio no se conseguirá solo.
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Carlos Sainz, celebrando el podio con champán en Interlagos. DOUGLAS MAGNO