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F1 | AUSTRIA | LA INTRAHISTORIA

Red Bull Ring da alas a la F1

Lleno de 'no hay billetes', locura en la grada, homenajes a Niki Lauda y espectáculo en la pista en un entorno incomparable. Buena enseñanza tras el aburrido GP de Francia.

Spielberg
La afición holandesa en Red Bull Ring.
Bryn Lennon

Lleno de no hay billetes, 200.000 hinchas, y atascos de acceso al imponente entorno de Red Bull Ring de esos que anuncian buenas noticias: el espectáculo estaba a punto de comenzar. En el párking, flota de caravanas y tiendas de campaña para vivir el automovilismo desde casi a pie de pista. En el paddock descansa un Ferrari 312T de, probablemente, el más legendario de los pilotos que han pasado por aquí. En el cielo, aviones militares, civiles y deportivos. En la grada, hordas holandesas teñían de naranja las colinas del circuito mientras se preparaba un enorme ‘tifo’ con los colores de la bandera local. Nada es artificial, a pocos kilómetros campan a sus anchas los tractores, la montaña en su máximo esplendor, las vacas lecheras y la industria de la madera. Quizás la F1 no debería hacer coincidir en fines de semana consecutivos los grandes premios de Francia y Austria. Como comparar no es justo, basta con decir que no hay comparación.

Domina el buen gusto en este circuito, propiedad de la bebida energética, y no sólo por el paisaje: sus instalaciones están entre las mejores de todo el calendario y la configuración del trazado invita al ‘show’ con rectas, frenadas y curvas en pendiente y suficientes zonas de adelantamiento. Y ese ‘show’ está dirigido hacia el aficionado medio, que desde casi cualquier localidad puede ver más de media pista. Siete días después de una de las carreras más aburridas de siempre, la F1, enredada en reglamentos, techos de gasto y retornos financieros, encontró muchas respuestas sin haberse hecho todas las preguntas: pilotos jóvenes con hambre encabezando la parrilla, gradas llenas, los coches más rápidos del planeta y un circuito de los de toda la vida, que sólo tiene diez curvas, la primera ya se llama Niki Lauda. Eso tenía que funcionar.