Michael Schumacher: 25 años de su primera victoria en la F1
El 30 de agosto de 1992 logró en Spa la 1º de 91. De familia humilde llegó a leyenda con talento, trabajo, conocimientos de mecánica y un mánager clarividente.
El futuro mito de la F1 volaba con su vehículo hasta que un trompazo con una farola hizo que su madre obligara a su padre a guardar el invento y lo llevara a la pista de kárting de Kerpen donde Rolf trabajaba como hombre para todo. Allí le construyó un kart con piezas de deshecho... y comenzó la leyenda. Con seis años ganó su primer campeonato y para que siguiera corriendo su progenitor aceptó un segundo empleo, alquilando y reparando karts en el propio circuito, y Elisabeth trabajó en la cantina de la pista.
Su capacidad era tan deslumbrante que hombres de negocios locales empezaron a subvencionar los siguientes pasos. Con doce años obtuvo la licencia de piloto en Luxemburgo, ya que en Alemania no se concedía hasta los 14, y desde ahí, éxito tras éxito jalonaron su adolescencia. En 1987, tras cumplir 18, hizo algo clave en su carrera: compatibilizó los coches con un trabajo de mecánico donde aprendió sus conocimientos de mecánica que tanto le valieron.
En 1989 firmó por el equipo WTS propiedad de Willi Weber, que desde entonces guio su carrera. Le convenció para ingresar en el programa de Mercedes del Mundial de prototipos, junto a Frentzen y Wendlinger. “Exponerte a conferencias de prensa profesionales y conducir en resistencia te ayudará”, le dijo. Sabio consejo que se unió al hecho de que enamoró a Corinna, entonces novia de Frentzen, que luego se convirtió en su esposa y madre de sus dos hijos. La clarividencia de Weber también fue fundamental cuando la oportunidad surgió en agosto de 1991.
Bertrand Gachot, piloto de Jordan, chocó con un taxista en Londres durante sus vacaciones. Le agredió con un gas paralizante y acabó en prisión perdiéndose la cita de Spa. Weber se enteró y convenció a Eddie Jordan para hacerle una prueba: “Ha corrido allí cien veces”. El test fue en Silverstone, sin piezas de repuesto y con el coche de la carrera. A las tres vueltas batió el récord del circuito.
Al día siguiente, Schumacher llegó a Spa, en un Mercedes 230 Coupé, y reconoció al jefe que ni conocía la pista. Michael sacó su bici plegable y dio dos vueltas mientras su mánager recibía un ultimátum. O firmaban por ese año y tres más o no correría, pero Weber retrasó la rúbrica hasta después del GP... Michael calificó 7º y cenó en una pizzería sin que nadie reparara en él. No le conocían. En carrera, su embrague se rompió a los 25 segundos. Horas después firmaba con Benetton. Briatore no dudó de que estaba ante un piloto único y se lo arrebató a Jordan. “Bienvenido al club de las pirañas”, le espetó Ron Dennis a Eddie al enterarse.
El pasado domingo, en la misma pista belga que nadie dominó como Schumi, su hijo Mick rodó con el Benetton de 1994 con el que ganó su primer Mundial. “Tu padre estaría muy orgulloso de ti”, le espetó Pat Symonds al joven piloto de 18 años que disputa el FIA F3 European. Sigue luchando, Michael.