Lydia Valentín, corazón de plata
Lydia recibió su medalla y nadie faltó: familia, amigos y compañeros abarrotaron el COE. Antes tuvo otra sorpresa, el pabellón principal de Ponferrada llevará su nombre.
Pasaron 3.441 días desde que Lydia Valentín se colocó el dorsal número 3 de la que sería su primera competicion olímpica. La berciana finalizó los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 en quinta posición, habiendo levantado 250 kilos en el total olímpico. Una buena actuación para una debutante, pero no quedaría ahí. El dopaje de tres de las cuatro competidoras que le precedieron la situaron en la segunda posición. La real, la justa. Pasaron casi diez años, pero Lydia pudo saborear su medalla.
Para la cita no faltó nadie. Su familia, amigos y compañeros abarrotaron las gradas del auditorio Alfredo Goyeneche del Comité Olípico Internacional. Todos rompieron a aplaudir cuando Lydia posó con su nueva medalla. Ella, emocionada, mostraba su gratitud a todos. Lo tuvo claro. "La palabra del acto es gracias, ha sido precioso y muy cariñoso, por parte de todos. Yo miraba a mi familia y la gente sentía la medalla igual que yo, ha sido precioso, no es lo mismo que si hubiese sido in situ pero se le ha parecido mucho", reconocía.
Antes de ese acto, Lydia tuvo otro homenaje. La alcaldesa de Ponferrada, Gloria Fernández Merayo, estaba presente y le comunicó una de las peticiones que los bercianos llevaban reclamando mucho tiempo. El pabellón El Toralín y el complejo deportivo que colindante mutará de nombre, se llamará Lydia Valentín. ""Ya no puedo tener más cosas", bromeaba la halterófila. "Estoy encantada y muy agradecida con todas las personas que lo han hecho posible. Los reconocimientos siempre me emocionan, pero cuando me los hacen en casa son más especiales".