El partido prometía y mucho, y eso se notaba en el ambiente. El pequeño Maracaná estaba lleno a rebosar como nunca antes lo había estado durante el transcurso del Mundial, y no era para menos. Se enfrentaban las dos mejores selecciones del mundo. Brasil y, por supuesto, España. Además, los españoles tenían en mente lo ocurrido en 1996 en el Palau Sant Jordi cuando Brasil ganó a los nuestros su último Mundial, y lo hizo como más duele, en la tanda de penaltis y ante nuestra afición, por lo que la ocasión era la idónea. La revancha estaba servida.

Brasil llevaba desde ese momento sin ganar un título Mundial, nada más y nada menos que doce años, demasiado tiempo para una selección que, además de ganar, da espectáculo. En el otro bando se encontraba España. Una selección acostumbrada a ganar en los últimos años (Cuatro Europeos y dos Mundiales de forma consecutiva). Por todo esto, los brasileños sabían que el partido no iba a ser nada fácil a pesar de haber llegado a la final con relativa facilidad.

El partido comenzó como suele ser habitual cuando se enfrentan dos selecciones de este calibre. Mucho toque y mucho tanteo entre ambos conjuntos pero sin miedo a nada. Pronto se destapó uno de los primeros protagonistas del encuentro, Luis Amado. El meta español salvó en hasta cinco ocasiones el tanto brasileño con unas intervenciones dignas del mejor portero del mundo (incomprensiblemente no figura entre los candidatos al mejor quinteto).

Lenisio, Marquinho, Falcao y Schumacher se encargaron de poner a prueba los reflejos del cancerbero español y este no defraudó, lo que hizo que los jugadores españoles se abrieran sobre la pista en busca del ansiado gol que tampoco llegaría gracias a las grandes intervenciones de Tiago, meta brasileño. La selección local fue poco a poco metiendo atrás a España en busca de un gol que no llegó. Al término de los primeros veinte minutos, la mejor noticia para los nuestros era el empate a cero.

Gol de Brasil y reacción española

Ya en la segunda parte, las cosas parecían que iban a cambiar. España empezaba dominando y creando peligro pero fue Brasil quién dio el primer latigazo. Fue a cargo de Marquinho. El lateral brasileño se alió con la suerte en un saque de esquina. El balón lanzado pegó en la cara de Borja, que defendía en el primer palo, y salió despedido hacia la portería española. El rebote despistó a Luis Amado y gol de Brasil.

El pabellón era un clamor. Los locales se adelantaban y daban la sensación de ser invencibles con el 1-0 en el marcador pero, tan sólo tres minutos después del tanto brasileño, un trallazo de Torras desde la frontal permitía a España empatar el encuentro.

Tras el empate, el partido parecía que podía caer de cualquier lado. Todo era control y ocasiones peligrosas que no llegaban a fructificar hasta que, a falta de cuatro minutos, Brasil se volvía a adelantar gracias al gol de Vinicius. El jugador brasileño se aprovechó de uno de los cinco rechaces dentro del área española para batir al 'muro' Luis Amado y poner a Brasil a un paso del título. Pero fue de nuevo España quién reaccionó. Cuando todos daban el partido por perdido, un gol de Álvaro tras un rechace empataba el encuentro y devolvía la esperanza a los españoles.

Los penaltis decidieron

Con empate en el luminoso, ambas selecciones afrontaban una prórroga intensa. Pero el tiempo extra no dio para mucho más. Pocas ocasiones y mucho miedo a recibir un gol en contra. Sólo Schumacher puso a prueba a Luis Amado con unos fuertes disparos desde fuera del área que el portero español acertó a despejar.

El empate persistía tras terminar la prórroga y los penaltis serían quienes coronasen al nuevo Campeón del Mundo. Brasil cambió de portero. Tiago, uno de los mejores guardametas del campeonato, dejó su sitio a su compañero de equipo y de selección Franklin y este no defraudó. Paró dos penas máximas y dejó a España sin su tercer título mundial consecutivo y sin su particular revancha.