El doping requiere científicos

El doping requiere científicos

El doping genético ya está a la vuelta de la esquina y su aparición nos traerá unos siniestros personajes, nuevos en escena: los científicos deshonestos. Hasta ahora el doping era cosa de médicos que ejercían de druidas; con el doping genético cederán el protagonismo a esos investigadores que aprovecharán los avances del conocimiento para desviarlos hacia un terreno oscuro, fraudulento y de ciencia-ficción. De hecho ya están ah aparecieron cuando estalló el caso Balco. Los grandes velocistas estadounidenses habían ingerido tetrahidrogestinona, un esteroide anabolizante al que un grupo de químicos había dotado de una estructura novedosa para que no pudiera ser detectada en los controles.

El doping genético será dificilísimo de detectar. Actualmente se maneja como único método la posibilidad de hacerlo a través de las biopsias musculares, pero no me imagino a los médicos bisturí en mano haciendo cortes en brazos y piernas de los deportistas, cuando no en sus órganos internos, en búsqueda de las células cuyo ADN haya sido adulterado. No sé, quizá cuando el hombre corra los 100 metros en ocho segundos, la maratón en dos horas y media o salte tres metros en altura y diez en longitud habrá que recurrir a dichos métodos. Pero para entonces vaya usted a saber si la industria del deporte de laboratorio habrá ganado la batalla del atleta-robot. Una barbaridad, sí, pero nada descartable.