Lissavetzky, un presidente vocacional

Lissavetzky, un presidente vocacional

Lissavetzky ya ejerce como mandamás del deporte español. Ayer se presentó en el Consejo Superior de Deportes ante todo el personal de la casa, y hoy viajará a Villarreal para el duelo español de la UEFA. El sábado estará en Pamplona en el otro duelo español de la Recopa de balonmano, y el domingo, en el Bernabéu. No es mala agenda. La representación que ostenta le va a permitir divertirse más que el secretario de Estado de Universidades e Investigación, los secretarios de Política Científica y Tecnológica y de Educación o el subsecretario de Educación y Ciencia, quienes, como él, tomaron posesión de sus cargos el martes en el ministerio.

Pero él no llega al deporte sólo estar en todas las fotos. Así lo hizo saber en su presentación. Va a estar disponible las 24 horas del día y los 365 días del año, porque, dijo, "el trabajo en el deporte es vocacional". Quiere que la gente que esté con él comparta las mismas ideas, porque espera mucho trabajo. Mucho trabajo para los directores que aún tiene que nombrar. Hasta que lleguen, contará con la colaboración de Guillermo Jiménez, quien ayer no dudó en recibir a Lissavetzky en su nueva casa para disponerse a ser, a continuación, el último hombre del equipo de Gómez Angulo en abandonar el barco, tras los desaguisados que dejó éste.

A Gómez Angulo le pilló en fuera de juego la segregación del hockey catalán y paralizó la investigación del caso Manzano, que Jiménez había puesto de inmediato en marcha. Éste fue el pago que dio a su director general, único hombre que le fue fiel hasta el final y que tuvo que asumir las dos direcciones después de que Carlos Blanco, su otro director, se marchara al Ayuntamiento, y Cristina Torremarín, subdirectora y sucesora de Blanco, se fuera a la Comunidad junto a Javier Hernández, el director de Gabinete que Gómez Angulo se llevó al Consejo. Lissavetzky, ahora, no sólo tiene que limpiar el deporte, sino levantar la casa a la que ha llegado.