La más bella victoria de Rossi

La más bella victoria de Rossi

Hay pilotos que tenían que hacer como Morante de la Puebla: dar por terminada la temporada tras un petardazo. O como Raúl Velasco, quien se cortó la coleta en la misma plaza, tras fracasar ante un novillo bravísimo. Estos son gestos toreros. Gestos que reconocen la incapacidad de triunfar cuando se dan todas las circunstancias para ello. Por seguir con el símil taurino: Rossi, este año, ha decidido torear todas las corridas de mansos y pregonaos que hacían fracasar al resto del escalafón y dejar las suyas, las bravas y de pastueña embestida con las que triunfaba, a sus compañeros. Llega la primera corrida del año y quien sale por la puerta grande es Rossi.

La Yamaha que pilotó Rossi no ganaba una carrera desde hacía dos años y un Mundial desde hacía catorce. El año pasado lo máximo que consiguió fue un tercer puesto, y de las 381 vueltas que totalizaron las dieciséis pruebas del Mundial, Yamaha sólo dio ocho en cabeza. Ayer, Rossi se montó en la Yamaha, dio 24 de las 28 vueltas en cabeza y ganó la carrera. La Honda con la que se hartó de ser primero temporadas atrás no le sirvió a Biaggi para ganar. Tampoco a Gibernau. Tienen un gesto torero y ayer se retiran. Como Checa. Cinco años en Yamaha y ni una sola victoria. Aparece Rossi y a la primera la convierte en la moto más rápida.

El triunfo de Rossi es el más bello de los triunfos, por cuanto supone el triunfo del hombre sobre la máquina. Aunque sea un palo para los demás pilotos, que han quedado devaluados. ¿Con qué cara se presentan ahora en sus escuderías? ¿Con qué fuerza van a negociar futuros contratos? Todos están sujetos a las condiciones de las motos que pilotan. Si éstas corren, podrán quedar segundo o tercero; si no, tendrán que conformarse con posiciones secundarias. Serán buenos pilotos, pero ninguno marca la diferencia. Mientras Rossi corra, que se olviden de ganar. Mala suerte. Han coincidido con el mejor piloto de todos los tiempos.