El ridículo perpetrado en Zorrilla multiplica las dudas sobre el Athletic y, por añadidura, abre un enorme interrogante sobre lo que vaya a deparar su cruce con el Málaga, que tampoco dice demasiado pero empieza a ser reconocido como un grupo eminentemente práctico. Sin lo de Valladolid por medio, quizás no hubiese habido dudas a la hora de elaborar el pronóstico, no en vano los rojiblancos han despachado con notable corrección todos sus compromisos de San Mamés, salvo frente al Barça, que fue el día en que más méritos acumularon para triunfar. Pero, visto lo visto, qué garantías están en condiciones de ofrecer los pusilánimes chicos de Ernesto Valverde.

El técnico local afronta con lo puesto el nuevo examen (no hace tanto que tuvo que dar la cara, él y los jugadores, por la gracia de la Copa). No se reduce el parte médico y cabe que la única novedad sea Santi Ezquerro por la izquierda, aunque no hay que descartar al chaval, Casas, que repite en la lista por tercera vez y es zurdo.

No obstante, como casi siempre, los males no se hallan en la identidad de los futbolistas sino en la falta de personalidad y entereza del colectivo, incapaz siquiera de beneficiarse de una inercia de cinco partidos sin perder.

En el Málaga sí preocupa más quién juega, puesto que se han caído Romero y Salva, dos habituales que desempeñan labores de entidad a las órdenes de Juande Ramos.

Un cambio doblemente significativo

Javi González (un tipo "especial" a decir de Valverde) es el único que desaparece de la convocatoria, pero se dice que no por ello debe ser visto como un represaliado. Bueno, pues vale. Para suplirle ha sido repescado Julen Guerrero, cuyo deambular de la grada al banquillo y vuelta a la grada ha dejado de ser noticia. El capitán, que apenas puede ya ejercer de tal, se beneficia del elevado número de lesionados para hacerse un hueco. Más que uno, habría que decir que esta noticia la llenan dos tipos especiales.