Primera batalla

Pocos minutos después de que Jean-Patrick Nazon subiera ayer al podio como nuevo maillot amarillo, el Tour, a través de su página web (letour.com) sacaba pecho y calificaba de "cumplida venganza" el éxito del Jean Delatour.

El Tour no tolera que ningún campeón sea más importante que el propio Tour, aunque si es francés se puede estudiar el asunto. Quizá por eso no incluyen a Indurain entre los cuatro mejores ciclistas de la historia de la carrera (los únicos con cinco triunfos) y por eso mismo les irrita la irreverente puesta en escena de Cipollini, capaz de disfrazarse de gondolero si es fiesta en Venecia.

Freire, que siguió la rueda equivocada (la de Zabel), fue tercero. Tal vez ha llegado el momento de su transformación, la misma que experimentó Jalabert, de sprinter a corredor total. Son palabras mayores, lo sé, y hay que sufrir más, pero hablamos de un ciclista que pasa bien la media montaña y que irá perdiendo velocidad pero que seguirá siendo inteligente. Y se ha visto que no comparte la fisonomía de los clasicómanos (él es un mundialómano) y que los sprints caen con cuentagotas.

En fin, comparado con lo de hoy, todo es historia, especialmente Nazon. La crono por equipos dará la primera forma seria a la general. Por cierto, esta modalidad es muy poco igualité y fraternité, porque favorece a los equipos poderosos y perjudica al talento individual, generalmente escalador y anárquico.

Hace un año la ONCE aventajó en 48 segundos al US Postal, en 2:18 al CSC y en 4:30 al Fassa. Igor se puso líder. No es una broma, por tanto, y gente con aspiraciones (ay, Simoni) puede salir tocada. Es casi imposible que Hamilton resista el ritmo y sería muy importante que el Fassa, y ojalá el Euskaltel, no quedaran descolgados. La amenaza fantasma será el Bianchi, favorito si se acopla. Ullrich podría ser líder. Lo fácil es decir que Armstrong ganará el quinto. Yo no lo digo. Por cierto, hoy empieza el Tour.