Yo digo | Mariano Tovar
Un deporte de hombres
Katie Hnida no es la primera mujer en jugar un partido universitario de fútbol americano. Liz Easton ya lo hizo en 1997 (y además logró un extra point) y Ashley Martin consiguió la temporada pasada cuatro anotaciones. La diferencia es que Katie ha debutado en la División I-A, la élite universitaria... y que ha fallado el extra point de sus sueños.
Las tres juegan en la posición de kicker. Un puesto para especialistas que sólo salen al campo para dar una patada al balón cuando está posado en el suelo. Ejecutan extra points, field goals y kick offs. Son tres jugadas que, en condiciones normales, no conllevan contacto físico pero, si las cosas se tuercen, pueden acabar con un golpe terrible de un contrario.
El fútbol americano siempre ha sido un deporte de hombres. Hay ligas femeninas, pero de fútbol flag y de otras modalidades en las que el contacto se reduce al mínimo. Katie ha cumplido un sueño, aunque sólo sea a medias porque su patada salió demasiado baja y fue rechazada por un defensa, pero su logro se quedará en anécdota. La élite seguirá formada por hombres de más de 100 kilos y con descomunales cuellos de búfalo, que mirarán a sus rivales con ojos inyectados en sangre y dispuestos a destrozarlos, y que se retirarán sonados o con la columna destrozada... al menos por ahora.
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