Homenaje FIFA | Real Madrid 3 - Selección FIFA 3

Todos contentos

El Madrid y la Selección Mundial empataron. El mejor del partido fue, sin duda, Plácido Domingo.

Nos ha enseñado el Centenario que hay cosas incontrolables, incluso para Florentino. Por ejemplo, fue imposible parar el fútbol, aunque fuera por un día y con el motivo de rendirle homenaje mundial; en cierto modo es lógico. Pretender tal cosa era un contrasentido, como celebrar el día del sexo con la abstinencia. Hubiera sido más razonable (y más fácil) que ayer jugara al fútbol todo bicho viviente, incluso el Barça; no haría falta jugar bien, bastaría con intentarlo.

También hemos aprendido lo difícil que es reunir a una constelación de estrellas (la galaxia es infinita y en expansión) y los caprichos de algunas de ellas, maniáticamente puntuales y picajosas. En cualquier caso, hay que admitir que la selección FIFA resultante, al verla desfilar ayer, era de lo más aparente, a lo que contribuía la presencia de Rivaldo, al que hubo quien pitó (pasó igual con Torres) porque tiene que haber de todo.

Descubrimos igualmente que la lluvia no respeta los Centenarios y al principio temimos que a Plácido Domingo le sucediera como a los Gremlins, que no se pudiera mojar. Pero sí. En el descanso Plácido cantó. Y cómo. Con los dos equipos formados junto a él, rozando la pulmonía, el tenor puso la carne de gallina a cuantos le escuchaban y demostró que el himno ha sido lo mejor del Centenario junto a la Copa de Europa y el gol de Zidane.

Pero quizá la mayor revelación fue que las verdaderas figuras no perdonan ni en los bolos, y ya que venían aquí sin más recompensa que un bocadillo de jamón (como los donantes) decidieron labrarse un futuro. Klose, por ejemplo, que sabe lo que se necesita un delantero full-time en el Bernabéu, metió el primero de magnífico cabezazo en plancha a pase de Baggio. Después fue Kaka (de luxe) el que nos dio la tarjeta de visita.

Estas cosas calan en el Bernabéu. Me refiero a los tipos que te hacen un siete en tu propia casa. Pasado el estupor inicial el respetable suele decir: "Hay que fichar a este tío". Y cuando digo el respetable incluyo a Florentino Pérez, faltaría más. Por cierto, y hablando del respetable (esta vez no incluiremos a Florentino), el público coreó el nombre de Raúl cuando Ronaldo recibía el Balón de Oro y el de Mijatovic cuando el equipo posaba ante los fotógrafos. Cuando saltó Pedja al campo fue el acabóse. Así es el pueblo: incontrolable. Llega a venir Redondo y lo sacan a hombros.

Mientras todo esto sucedía, los jugadores del Madrid parecían empeñados en parar el fútbol, ellos sí. Falta total de movimiento y de pasión, como si fuera la fiesta de otro, un poco sorprendidos por el empeño ajeno en comerse las croquetas. Sólo se implicaba Zidane, el que tiene un sentido más lúdico del fútbol, porque Figo y Raúl, relevados muy pronto, apenas tuvieron tiempo. ¿Ronaldo? Fue devorado por Maldini. Lo de ayer no puntuaba para el Balón de Oro 2003.

Cuando Cissé logró el tercer tanto, se temió lo peor. Pero el Madrid pareció revolucionarse de repente: Solari recortó diferencias de penalti y Tote marcó el segundo a pase de Bizarri, siempre fiel. Luego vino la sustitución de Morientes, molesto (con razón) porque él había sustituido a su vez a Raúl.

Cambiasso logró la igualada con un gran gol desde fuera del área. El Mundo y el Madrid no podían hacer otra cosa que empatar. Pero convendrán conmigo que en esta vida no hay quien se dé un homenaje. Es mucho mejor que te los den.