El sueño americano

El sueño americano

Aquel glorioso campeón del peso welter había sido destronado. Entonces tuvo la idea genial: competir por la corona de los pesados. Se llevó mamporros aún más fuertes. A Florentino le disgusta que el Madrid de basket no sea ya el emperador de Europa, Carlos V de Alemania, e incluso que le hayan quitado su título de Carlos I de España. Se le ocurre, pues, una salida hacia adelante, un salto al vacío: la NBA. Peligro. Vivir de utopías es cerrar los ojos a la realidad. Miedo, desconfianza. Temor a no resolver un problema por desconocimiento o falta de recursos. Sería precioso tener a los mejores equipos españoles en la NBA. Pero hay por medio un par de consideraciones obligadas. Primero: no se puede hibernar seis inviernos y seis veranos, mientras el proyecto madura. Segundo: si la idea se cumple, el Real corre el riesgo de convertirse en el Grizzlies del futuro. O, como diría Tomás Guasch, el Madrid Gremlins.

Ojo, pues, que no todo es caramelo y nata en la NBA. Crear una división europea sería un negocio redondo para la NBA. Más venta de camisetas, más derechos de televisión, más cocacolas y más perritos calientes. ¿Habría buena contrapartida para los clubs europeos? Dudoso. Muchísimas derrotas en perspectiva (¿son viables unos Lakers de Bolonia?) y grandes apuros para cubrir las fuertes inversiones económicas que exige la competición americana.