Miedo. En el campo de Hazeltine no tienen otra cosa que no sea miedo. La experiencia les avala. La primera jornada del cuarto y último grande de la temporada estuvo marcada por los rayos y los truenos, que atormentan la vida de los jugadores en este campo de Minnesota desde 1991. Hace once años, disputándose un US Open, un espectador murió al ser alcanzado por un terrorífico rayo. Era joven, se llamaba Billy Fadel y pasó a la historia negra y triste del golf mundial.

Ayer, cuando sólo 18 jugadores habían iniciado el torneo, el juego tuvo que suspenderse por la terrible amenaza del aparato eléctrico. Durante dos horas y 52 minutos de parón, a nadie se le ocurrió ni asomar la cabeza para ver si amainaba. Los palos de golf y los árboles forman un conjunto demasiado atractivo para los rayos. Desde aquel incidente hace más de una década, en el que cinco personas más tuvieron que ser hospitalizadas, los sistemas de detección meteorológica han sido mejorados.

Una vez recuperado el aliento y con el peligro alejándose gracias al viento, los golfistas pudieron empezar a trabajar. Sergio García consiguió centrarse en lo suyo y, cuando iba camino de bajar del par, cometió un doble bogey en el 16 y otro bogey en el 17. Acabó con un resultado de 75 (+3), que le aleja mucho de los líderes provisionales Furyk y Lonard (-4).

Sin embargo, el hecho de que pudiera acabar su primer vuelta pese a las inclemencias del tiempole puede favorecerle en el transcurso del torneo. La gran mayoría de sus compañeros van a tener que madrugar hoy para completar su debut y luego, si el clima lo permite, empezarán a recuperar el tiempo perdido de la segunda ronda. Al cierre, Tiger Woods jugaba el hoyo 17 y estaba uno bajo el par del campo.