La Novena de Zidane

Con Zidane en el rectángulo, lo mejor es sentarse y disfrutar. Su discurso futbolístico en la volcánica noche de Praga fue majestuoso. Pasó por encima de la pelota como una bailarina, dominó el ritmo del juego como si fuese Napoleón en sus primeros tiempos (en los que ganaba todas las batallas gracias a su poder estratégico) y finalizó el partido a la altura de su dimensión física y profesional, digna de los dioses como él. Se le nota que nunca ha ganado la Champions League y ha decidido enriquecer su currículum con la joya más cotizada para un jugador de club. ¡Da gusto verle!

Yazid, como le llaman cariñosamente sus padres cabileños, emocionó con sus controles, sus recortes y esa facilidad para transformar sus botas en una especie de pisapapeles que convierten al esférico en un aliado de sus fantasías futbolísticas. Este argelino-francés es un regalo del cielo, por mucho que haya costado 12.000 millones de pesetas. Benditos sean. Será por dinero... Helguera ha blindado la imaginación de Zizou, que se siente liberado, como si hubiese escapado de un zulo que tuviese encorsetado, injustamente, su arte.

Pero la victoria de Praga deja más lecturas. Casillas debe mejorar su juego aéreo para evitar que a mi padre le de un jamacuco antes de la final de Glasgow, la defensa debe ajustar la línea de rechace, con la ayuda de Makelele y Helguera, y en ataque es preciso que Figo se convenza de que es mejor imitar a Zidane que perderse en luchas estériles con el enemigo que no están diseñadas para un jugador de su calibre. Y con el Moro y Roberto Carlos recuperados, toca disfrutar. Blanca Europa.

Lo más visto

Más noticias