El siglo de Coubertin
A las puertas de París 2024, un libro repasa los Juegos de París 1924, que introdujeron la villa olímpica, el ‘citius, altius, fortius’, el concepto de vuelta olímpica y hasta la telefonía sin hilos.
El Estadi Català, ubicado en la barcelonesa cantera de la Foixarda, se pudieron haber celebrado los Juegos de 1924. Y muy cerca, ya en el Estadi Olímpic de Montjuïc, iban camino de disputarse los de 1936, que además se iban a elegir en la Ciudad Condal, hasta que la proclamación de la Segunda República ahuyentó a los comités olímpicos y, al acabar votándose por correo, se fueron a parar a Berlín. A escasos metros de ese estadio que sí brilló finalmente en 1992, concretamente en el Museu Olímpic i de l’Esport Joan Antoni Samaranch, se presentó este martes un imprescindible libro sobre lo que terminaron siendo los Juegos de 1924, en París, a donde en cuestión de días regresan un siglo después.
“Queremos recuperar los valores de Coubertin: esfuerzo, superación, respeto al adversario, fraternidad”, proclamó Olivier Ramadour, el cónsul de Francia en Barcelona, para abrir un acto conducido por el alma mater de esta nueva publicación, que lleva por título ‘París 1924: els Jocs de Coubertin’: el sabio periodista e historiador Joan Manel Surroca. Publica el Centre d’Estudis Olímpics i de l’Esport Joan Antoni Samaranch, de la Fundació Barcelona Olímpica. Le acompañaron sobre el escenario, para ir desgranando detalles de aquella cita, los grandes especialistas en tenis y fútbol, respectivamente, Pedro Hernández y Aitor Lagunas.
55 francos diarios
Si se han rebautizado como los Juegos de Coubertin es esencialmente porque el gran impulsor de la recuperación de este evento en la era moderna, desde Atenas 1896, los acogía de nuevo en su casa (París 1900 había sido una experiencia demasiado agitada), pero en esta ocasión justo antes de abandonar la presidencia del Comité Olímpico Internacional. Y París 1924 fue una cita pionera por muchos y variados motivos.
“Por primera vez, se emplea un emblema (que representaba a los marchantes del río Sena, con la cita “ondea pero no se hunde” en latín), aparece el citius, altius, fortius y se estrena el concepto de villa olímpica, tras los serios problemas de alojamiento en Amberes 1920″, desgranó Surroca, quien detalló que cada deportista pagaba 55 francos diarios (unos ocho euros) por alojamiento y servicios.
También fue pionera la cita parisina de hace un siglo desde el punto de vista tecnológico, ya que se dispuso de megafonía en el estadio olímpico (Colombes, el actual Yves-du-Manoir donde se jugará el hockey hierba) gracias a un sistema de telefonía sin hilos. Eso permitía escuchar los discursos y los resultados. Igualmente por primera vez disponía la instalación de un enorme marcador, de 30 metros de ancho y 15 de alto.
Los deportistas, que en los siete Juegos anteriores de la era moderna habían tenido que vestir siempre con su ropa deportiva en todo momento, en esta ocasión pudieron desfilar en la ceremonia inaugural con cualquier otro tipo de traje, vestido o uniforme, tradición que se ha mantenido hasta la actualidad. Y se creó el concepto de vuelta olímpica después de que Uruguay la diera tras llevarse el oro en fútbol. Aunque las medallas no se daban aún en podios, sino en la ceremonia de clausura.
De dos a 192 mujeres
Con Johnny Weissmuller (el inmortal ‘Tarzán’), los atletas Harold Abrahams y Eric Liddell (que inspirarían la película ‘Carros de fuego’) o los finlandeses voladores como grandes héroes, si en algo no tiene nada que ver París 2024 con aquellos Juegos de París 1924 es en la igualdad.
De 3.082 deportistas participantes hace un siglo, solo 136 eran mujeres, que participaron en únicamente diez pruebas de cuatro disciplinas distintas. Y 30 de los 44 países en competición no tuvieron a ninguna mujer como representante. Sí las tuvo España, de hecho fueron las primeras de su historia: Rosa Torras y Lili Álvarez. Ahora serán 192, superando a los 190 hombres.
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