Todo queda en casa

Corren malos tiempos para hacer apología sobre la libertad de fronteras y la concepción de un futuro sin nacionalidades. Aunque el euro ya asome su despreciable cara (los defensores de la peseta nos amotinaremos antes del 1 de enero), el Real Madrid haría bien en mirarse al ombligo y comprobar que, efectivamente, en la cantera tiene un chaval con pelo de pincho y cara de comerse hasta un cocido frío. Javier Portillo es una máquina de hacer goles. En las categorías inferiores lleva siete años metiéndolos de todos los colores. Justo desde que debutó Raúl, su antecesor. Portillo es espigado, los mete de cabeza y con la zurda. También como Raúl...

Este chaval criado en Aranjuez ha irrumpido con fuerza. Meter 17 goles con el Real Madrid C (el 85% de los que marcó su equipo) y debutar con otro en el filial de Segunda B es síntoma de grandeza. Tiene 19 años y nada que perder. Si yo fuera Del Bosque, seguiría el ejemplo dado con Pavón y Raúl Bravo. El personal está hasta el gorro de medianías. Déme usted muchos Zidanes, Figos, Raúles, Hierros, Casillas y Roberto Carlos y únalos a gente de casa, críos que huelan el espíritu de lo que es la historia de este club que mañana presentará ante el Rey su Centenario. Morientes y Guti deben espabilar. Desde Zamorano el Madrid no tiene un nueve-nueve, un rematador. Portillo lo es. Que juegue.

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