El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. El Málaga se ha empeñado en desviarse de la lógica de la especie esta temporada porque ya ha repetido seis veces un error tan grave como inusual en el fútbol de élite. Joaquín Peiró no se acaba de creer cómo se les están marchando puntos y más puntos en La Rosaleda por un par de conceptos tan viejos como el fútbol: las coberturas y las faltas tácticas.

Aunque el fútbol no tiene nada matemático y hablar a toro pasado es fácil pero inútil, un rápido cálculo de la horrible brecha que le están haciendo al Málaga las desaplicaciones defensivas proyecta en siete puntos lo que se ha dejado el conjunto blanquiazul por despistes impropios. Sólo el error individual de Txomin Larrainzar en la jornada inaugural —cuando perdió un balón tonto a pies de Denilson, que fabricó el 0-1 de Casas— pudo subsanarse con la remontada.

A partir de ahí, cada fallo blanquiazul ha sido condenado con castigos máximos. Víctima de su innato e irrefrenable espíritu ofensivo, el Málaga se fue tan hacia delante ante Valladolid, Athletic y Celta que lo pagó cediendo puntos claves. El golazo de Tote fue justificado por todos: con el empate de Canabal se jugaron el no va más y la ruleta fue ingrata. Sin embargo, los siguientes desbarajustes no han tenido una respuesta contundente. Ni la plantilla le encuentra explicación. Saben que no la tiene. "En el descanso nos preguntábamos cómo era posible que nos estuviese ocurriendo eso. No podemos dejarnos sorprender así", comentaba un miembro de la plantilla malaguista. Es evidente que ellos, mejor que nadie, saben que ya no puede pasar más.