Tchouameni llega tarde
El francés, al fin, fue el leviatán que el Madrid esperaba en la final de Copa. Pero Ancelotti, su gran valedor, quizá no podrá disfrutarlo...
Ese Madrid que tantas veces se ha quebrado, que en incontables veces ha defendido sin defender y que necesitaba un muro en el que descansar, lo ha encontrado finalmente en Aurélien Tchouameni. Pero tarde. El francés fue un leviatán en la final de Copa, no sólo por el 1-2, también por patrullar por fin con autoridad el Far West del centro del campo. La presencia diferencial, en lo físico, que se le exigía desde que fichó y que no terminaba de imponer de una manera dominante. No en oscuras estadísticas sabermétricas, sino palpable para todos.
Parece mucho tiempo en la corta memoria futbolística pero a Tchouameni el pasado 19 de enero el Bernabéu le pitó ostensiblemente en el primer balón que tocó. Parecía que la temporada se le iba a hacer larguísima al pianista (sí, domina el instrumento) de la plantilla. Pero esa misma noche, en sus redes, mostró cuajo y una personalidad que apenas se le había visto hasta entonces. “Lo que no te mata...”. A Tchouameni aquella ración y media de silbatina le ha hecho más fuerte.
Según pasaron los minutos su impresionante figura fue creciendo en centímetros y su radio de acción, en metros. También como central para salvaguardar a un Rüdiger que antes de su inclasificable ida de olla en la roja no le cabían más vendajes en las piernas. Tchou abarcó y abarcó, siendo el que más duelos aéreos ganó (incluido el que tuvo premio, el del gol) de la final junto a Koundé, y que más entradas defensivas ganó (tres) en el equipo madridista.
Uno de los secretos en la más que espléndida forma física tanto de Aurélien como de Koundé reside en las manos de Fabrice Gautier. Este osteópata francés que reside en Los Ángeles ha guiado a ambos, al madridista desde los 17 años, y explicó allá por 2023 en AS que la capacidad física de Tchou se salía del mapa: “Trabajar con él es como echarle gasolina a un Fórmula 1”.
Intensidad y Desailly
Por seguir con la analogía, casi parece Tchouameni más un coche para el Dakar. Más necesario para un equipo que ya tiene velocidad arriba, pero al que le falta resistencia en la intensidad defensiva más allá de Valverde. Ancelotti lo tenía detectado desde hace tiempo aunque el internacional francés no acabara de llevarlo del guion a la práctica. Que su parecido físico con el mítico Desailly también lo fuera en su desempeño en el campo. Carletto insistió e insistió: “No hay dudas, defensivamente es fundamental”. Dicho una y otra vez. Tchou ha emergido con un impulso que parece sin marcha atrás y amenaza con ser una fuerza de la naturaleza real en el Madrid del futuro.
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