FINAL COPA DEL REY | BETIS - VALENCIA
Claudio Ranieri: "Si este Valencia se parece al mío, le auguro lo mejor, es un buen equipo"
Cinco países (Italia, España, Inglaterra, Francia y Grecia); 36 años como entrenador; 18 clubes, Valencia y Roma en dos etapas; una selección, la griega… La carrera del técnico italiano que ganó la Copa de 1999 con el club de Mestalla ante el Atlético no puede ser más apasionante.
Su penúltima experiencia, apenas cuatro meses, en el Watford, pura Premier, puede haber sido de las más efímeras de toda su carrera, pero Claudio Ranieri (Roma, 1951) ya está preparado para la próxima llamada.
—Tres meses sin un banquillo en el que sentarse… ¿Le falta ya el fútbol o piensa en la jubilación?
—Noooo, señor. Claro que me falta el fútbol. Es mi vida. No veo la hora de tener, de nuevo, un buen proyecto, un equipo con la ilusión de hacerlo bien, con gente de carácter, ambiciosa. Estoy deseando que llegue la próxima para volver al lavoro.
—Y después de 36 años de entrenador, 18 clubes, una selección, ¿no está un poco cansado y aburrido de dar vueltas al mundo con su maleta de ruedas? Son casi 1.400 partidos.
—Noooo… Me aburre estar en casa. Nunca he contado los clubes por los que he pasado, la verdad… Pocos, todavía tengo recorrido y ganas de andar. Tampoco llevo en cuenta los partidos, pero recuerdo que hace unos años me premiaron en la Premier por llegar a los mil.
—¿Qué sabe del actual Valencia de Bordalás? Se dice que futbolísticamente se parece bastante al suyo: duro, directo, físico, poco balón…
—No lo he visto mucho, soy sincero. Veo que hace goles, pero que también recibe demasiados. Si dicen que tiene las cualidades de mi equipo del pasado, estoy contento, le auguro todo lo mejor porque entonces será un buen equipo. El equipo, el fútbol, que pone en dificultad al adversario siempre es bueno.
—Hablemos de su Valencia. Llega en septiembre de 1997 sustituyendo a Valdano.
—El primer año fue complicado, pero el segundo fue un año completo. Comenzamos con la Intertoto a mitad de junio, la ganamos y nos clasificamos para la Copa de la UEFA y la acabamos con la final de la Copa que se jugó el 26 de junio. No lo olvido. Un año entero jugando. En la Liga quedamos cuartos y nos clasificamos para la Champions. Era un Valencia formado por jugadores expertos y jugadores jóvenes. Gente que quería acabar bien su carrera y gente que quería llegar lejos. Y desde luego que llegaron, como fue el caso de Angulo, Farinós, Mendieta…
—Recuerda el once de la final contra el Atlético (3-0).
—Si pienso, lo mismo sí. Cañizares; Anglomá y Carboni, los laterales; Djukic y Roche, los centrales; en el centro Mendieta, Milla y Farinós; y los atacantes eran Ilie, Claudio López y Vlaovic. Jugábamos un 1-3-4-3. Anglomá era casi un centrocampista más por la derecha.
—El 'Piojo' López pudo ser el delantero más rápido que ha tenido usted...
—Puede, sí, con Vardy el del Leicester. Ilie también era rápido.
—¿Un recuerdo especial de esa final?
—La victoria en sí y posiblemente el gol de Mendieta. Controla con el pecho, pasa el balón por encima del defensor que le marcaba y remata con la izquierda antes de que el balón llegue al suelo. Mendieta hizo una temporada conmigo bellíssima.
—¿Cómo era aquel Valencia?
—Era un equipo muy perspicaz en lo táctico y muy eficaz en la resolución. A mí no me gusta mucho la posesión del balón, a mí me gusta andar directamente a hacer gol. Eso es lo que más me gusta del fútbol, hacer gol, y para ello creo que el mejor camino es ir directo a la portería contraria. Luego, si tienes un equipo que sabe combinar y en los últimos 20 metros sabe superar rivales, es otro discurso. Aquel Valencia era muy fuerte porque ningún jugador quería hacer más de lo que sabía. Todos hacían lo que sabían con una muy buena organización. Milla, por delante de la defensa, daba el tiempo del juego; Farinós y Mendieta, con Anglomá y Carboni en las bandas, eran los que atacaban desde atrás. Y los delanteros sabían hacer gol en velocidad.
—Antes de la final eliminaron al Barcelona y al Real Madrid. Para ser campeones ganaron a los tres grandes del fútbol español.
—¿Y cómo lo hicimos? Al Barcelona, en los cuartos de final, le ganamos 2-3 en Barcelona y 4-3 en casa. Les marcamos siete goles. Y al Real Madrid le ganamos 6-0 en Mestalla y perdimos 2-1 en el Santiago Bernabéu. Otros siete goles. Eso era aquel Valencia, un equipo práctico que llegaba al gol.
—El día de la final debió ser un día complicado para usted. Enfrente estaba el club en el que iba a trabajar la temporada siguiente.
—No, no, no. Yo soy un profesional serio. Era del Valencia a todos los efectos hasta que no firmara por el Atlético y yo siempre he buscado lo mejor para mi equipo sin mirar más allá. Por eso no fue un día difícil. Lo mejor que me pudo pasar fue presentarme en mi nuevo club con la victoria de la Copa del Rey. Era un plus importante.
—La estancia en el Atlético fue corta, ocho meses… ¿Qué recuerdo le queda?
—El de una familia estupenda con Jesús y sus hijos. Después llegó el juez al club, todo se paralizó, todo se desmembró y preferí salir. No podía seguir. Lo que viví allí no lo he vuelto a vivir en mi vida, ni antes, ni después. Un club paralizado por la Justicia.
—Vuelve al Valencia en la temporada 2004-05 tras salir del Chelsea.
—Cuando llegué les dije a los dirigentes que ese equipo venía de ganar la Liga y la Copa de la UEFA, pero no tenía potencial para repetir y les avisé que ese año íbamos a sufrir. Me dijeron que estuviera tranquilo, que no habría problemas, que yo me dedicara a trabajar y después cuando los resultados no se dieron como queríamos me despidieron de manera muy mala. Aún así al principio ganamos la Supercopa al Oporto. Era un Valencia muy joven. Todo nos cambió con la lesión de Vicente, el extremo. Se nos cayó él y se nos apagó la luz. Era el jugador que llevaba el peso del juego de ataque, quien nos acercaba al gol. Una grave pérdida. Su ausencia apagó a todo el equipo.
—¿La Premier que ganó con el Leicester (2015-16) ha sido el triunfo más importante de toda su carrera como entrenador?
—Para los otros, sí, pero yo no puedo olvidar que llevé al Cagliari de la Serie C (Tercera) a la Serie A (Primera) en dos años; tampoco puedo olvidar el Parma, lo cogí último a mitad de febrero y lo salvé; no puedo olvidar a la Sampdoria, cogida en un momento difícil, la salvé y al año siguiente la llevé al décimo puesto… Digamos que mi carrera de entrenador no ha estado mal. Yo estoy muy contento con ella.
—Cinco países. De las grandes ligas solo le falta Alemania. ¿Nunca le llamaron de la Bundesliga?
—Hubo algún contacto, pero nunca se llegó a concretar. Me he sabido adaptar bien a todos los países en los que he trabajado entre otras razones porque el fútbol se ha hecho universal. En cada campeonato me he encontrado una filosofía especial. Por ejemplo, en el español, la idea es tener la posesión del balón, mandar en el partido. En Italia somos más tácticos. Mientras que en Inglaterra y en Alemania son más prácticos, veloces, juegan con un ritmo excitante.