El fútbol le debía a Holanda un gran título de selecciones y los ‘oranjes’ se lo cobraron en Múnich, en el mismo estadio en el que perdieron el Mundial de 1974. Su rival en esta final fue la URSS, con quien ya había caído en el primer partido del torneo, pero las cosas habían cambiado para Holanda. El equipo de Michels estaba crecido y jugando cada vez mejor. Y además, apareció la inspiración de Gullit y Van Basten, que con sus goles, excepcional el segundo, sentenciaron a los soviéticos.(Foto de apertura. ). 

Esta es la entrada de la gran final, en el Estadio Olímpico de Múnich.

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El once que presentó Holanda para este segundo partido ante la URSS.

Gullit estuvo especialmente activo en la final, como se esperaba de él.

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La dupla milanista decidió la final

Tal y como habían previsto ambos seleccionadores en la previa, la calidad individual decidió la final. Los dos goles holandeses fueron obra de la dupla atacante del Milán: el primero, de Ruud Gullit, asistido de cabeza por Marco van Basten, autor a su vez del segundo gol, quizá el más espectacular de todos los vistos en todas las Eurocopas. Gullit pudo cumplir así su deseo de dedicarle el título al líder surafricano Nelson Mandela.

Marco Van Basten, la indiscutible estrella de esta Eurocopa, levanta el trofeo de campeón ante los fotógrafos. Una instantánea para la historia.

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1-0 32’ - Gullit

Gullit adelantó a su equipo con un certero remate de cabeza, tras dejada de Van Basten.

2-0 54’ – Van Basten

Van Basten remató casi sin ángulo un centro pasado de Muhren con una preciosa volea que se coló en la portería de Dasaev.

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La final pudo tomar otro rumbo si Van Breukelen no le hubiese parado este penalti a Belanov, ya con 2-0 en el marcador.

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Profecía de Van Tiggelen

Cuando tras el partido de la primera fase entre la URSS y Holanda, Van Tiggelen y Protasov intercambiaron sus camisetas, el lateral holandés le aventuró: “Hoy habéis ganado vosotros, pero volveremos a vernos en la final y cambiaremos camisetas de nuevo”. El defensa acertó. Holanda volvió a enfrentarse a la URSS, sí, pero seguro que esta vez el resultado dejó más feliz al holandés.

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Múnich se tiñó de naranja

Más de 50.000 holandeses acompañaron a su selección en esta final. Mayoría aplastante, aunque muchos de ellos no pudieron entrar al estadio y tuvieron que conformarse con verlo por televisión, la mayoría en las inmediaciones del propio estadio. La final fue televisada en 105 países.

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La baja de Kuznetsov

Pese a reconocer que Holanda había sido justo campeón, el seleccionador Lobanovski encontró explicación a la derrota: “Hemos echado mucho en falta a Kuznetsov”. El central, que fue baja por acumulación de tarjetas, había estado meses viendo vídeos de los ataques de sus rivales.