El fútbol español estaba más dividido que nunca y Roca no hacía más que crear polémicas y granjearse enemigos. Fuera de los despachos había una interesante generación de jóvenes jugadores cuyo mejor exponente era la ‘Quinta del Buitre’ del Real Madrid. Con ella, el equipo blanco ganó tres Ligas consecutivas (y dos más tras la Eurocopa), pero su dominio en España no tenía continuidad en la Copa de Europa, en la que, siendo claros favoritos, se quedaron a las puertas de la final en varias ocasiones. (Foto de apertura: 'La Quinta del Buitre' marcó una época en el fútbol español).
La categoría de Butragueño era de sobra conocida en España, sólo le faltaba confirmarse a nivel internacional. Y el momento le llegó en el Mundial de México, en el histórico partido de octavos ante Dinamarca. El resultado fue 5-1 para España y el Buitre marcó cuatro goles. En cuartos no hubo tanta suerte ante Bélgica, en principio un rival más asequible, y tras empatar a uno, el fatídico penalti fallado por Eloy nos mandó para casa.
No hubo fortuna y quedó la agridulce sensación de que se había perdido una oportunidad única para hacer algo grande. Por eso mismo, se miraba al futuro con optimismo y en particular a la siguiente gran cita, la Eurocopa de Alemania.
Pero primero, España tendría que clasificarse, para lo que había que superar a Austria, Albania y Rumanía, rivales en esta fase previa.
Y si Butragueño y Míchel ya se habían confirmado como los estandartes de la Selección, con el Real Madrid era semejante. La famosa Quinta del Buitre ya estaba asentada en el primer equipo (Pardeza regresaba de su cesión en el Zaragoza), y en la temporada 1986-87 lograría su segunda Liga consecutiva en un apretado cara a cara con el Barcelona.
Esta Liga fue peculiar. Después de los 34 partidos de temporada regular, se disputó una fase final en la que los seis primeros jugarían por el título, los siguientes por la Supercopa y los seis últimos por evitar el descenso.
La tragedia de Guruceta
El 25 de febrero de 1987, el fútbol español se tiñó de luto. El árbitro guipuzcoano Emilio Guruceta y el juez de línea Eduardo Vidal Torres perdían la vida en un accidente de tráfico mientras viajaban a Pamplona, a dirigir un Osasuna-Real Madrid. La lluvia fue la causa del accidente. La Federación decidió no suspender el encuentro.
En esa campaña se produjo uno de los sucesos más trágicos de nuestro fútbol. El 25 de febrero de 1987, el colegiado José Emilio Guruceta y el juez de línea Eduardo Vidal Torres fallecieron en un accidente de tráfico en Fraga (Huesca) cuando se dirigían a Pamplona para arbitrar el encuentro Osasuna-Real Madrid de Copa.
El año, por su parte, resultó bastante convulso en la Federación. La llamada Operación Cisterna, promovida por diversas federaciones territoriales, acabó llevando al presidente Roca a un pleno extraordinario para decidir su futuro.
Roca y su equipo (Núñez, presidente del Barça, o Villar, entre otros) intentaron entorpecer un proceso en el que tuvo que intervenir hasta el Consejo Superior de Deportes, pero finalmente el pleno se celebró el 3 de abril de 1987.
El voto de censura no prosperó y, tras un empate a 197 en las votaciones, el presidente Roca aguantaba en el cargo, al menos, hasta las elecciones del verano de 1988.
Roca salvó el puesto
Tiempos revueltos en la Federación Española. José Luis Roca fue creándose enemigos hasta que se vio amenazado por una moción de censura. El 3 de abril de 1987, el presidente sometió su cargo a un plebiscito, pero el voto de censura no prosperó.
La votación y el posterior recuento levantaron muchas suspicacias. Así, por ejemplo, seis votos por correo fueron considerados nulos por “defecto de forma”. Curiosamente, los seis apostaban por el sí a la moción de censura. El resultado del pleno evidenció que el fútbol español estaba más dividido que nunca.
Y por si no fuese suficiente con los problemas internos, la FIFA estuvo cerca de expulsar a la Federación y, por tanto, de impedir a la Selección acudir a la Eurocopa.
Las diferencias en los Estatutos bien pudieron ser un problema. La FIFA obliga a federaciones y clubes a no plantear litigios ante la Justicia ordinaria, mientras que la legislación española, que consideraba al futbolista como un profesional, era opuesta a ello. Por suerte, todo se solucionó y la Selección, que se clasificó con muchos apuros, estaría en Alemania entre las ocho mejores de Europa.
Con la clasificación para España en el bolsillo desde noviembre, la emoción quedaba para una Liga en la que el Real Madrid se paseó de principio a fin. Ningún equipo fue capaz de seguir su ritmo y fue sonado el fracaso del Barcelona, que acabó séptimo en la primera Liga con veinte equipos.
El Madrid de Beenhakker no pudo redondear su extraordinaria temporada con la Copa de Europa. Después de eliminar a Nápoles, Oporto y Bayern, en semifinales no pudo con el PSV, que se acabaría proclamando campeón de Europa sin ganar un partido desde octavos, todo a base de empates y tandas de penaltis.
El Español estuvo más cerca aún de conquistar un título europeo, en este caso la Copa de la UEFA, pero se dejó empatar el 3-0 que obtuvo en la ida y acabó cayendo en los penaltis ante el Bayer Leverkusen.
En la FEF, por su parte, las aguas bajaban más tranquilas. En julio, tras la Eurocopa, había elecciones a la Presidencia. Villar, Herrero, presidentes de las federaciones vasca y andaluza, y Meier aspiraban a sustituir a Roca. Paralelamente, se estaba estudiando la posibilidad de ampliar el cupo de extranjeros a tres, a petición de muchos de los grandes clubes.