SUPERLIGA EUROPEA
El camino hasta la peligrosa tiranización del fútbol europeo
La ECA está dispuesta a romper con el fútbol tal y como lo conocemos actualmente para crear la Superliga. Europa lleva treinta años dando pasos para acercarse a esta competición.
Ahora, en medio de una jornada de Champions League, viendo a Szoboszlai marcar en el Wanda Metropolitano y al todopoderoso Bayern sufrir con el Lokomotiv, el fútbol europeo parece más cerca que nunca de una Superliga. Por desgracia no suena a chiste que Bartomeu se despida habiendo firmado la inclusión del Barcelona en esta competición porque después de años (veintidós, concretamente) hablando de ello se espera como una consecuencia inevitable.
Esta extrapolación de la NBA o la Euroliga, que parece el espejo en el que se quieren mirar, al fútbol atenta contra muchos de los valores adheridos al fútbol que conocemos hoy en día. Permitiría que unos pocos pudiesen protegerse de una mala temporada en liga y asegurarse cada año cobrar del fútbol internacional. Pero esta hipotética competición no es más que el resultado final de unos ajustes que ha ido haciendo el fútbol europeo en los últimos treinta años y que han ido acercando cada vez más y más a este experimento para que los ricos sean aún más ricos y los pobres aún más pobres. Esta ha sido la cronología:
1992 - Creación de la Champions League: Desapareció la Copa de Europa para dar cabida a la Champions League. Un cambio de nombre que tardó en llevarse a la práctica en su efecto de formato más importante hasta 1997. En aquella edición, la que terminó con el Real Madrid ganando la final con el gol de Mijatovic, se permitió por primera vez en la historia que un equipo que no hubiese sido campeón de liga jugase la Liga de Campeones, algo que, atendiendo al nombre de la competición, ya es paradójico de por sí.
Se empezó en la edición mencionada permitiendo subcampeones y dos años más tarde se admitía hasta el cuarto clasificado de las grandes ligas, tal y como lo conocemos hoy en día. En 2009 hubo otra modificación por la cual se separaba en ruta de campeones y ruta de no campeones la fase previa. Esto también significaba otro privilegio más para las grandes federaciones, de las cuales hasta el tercer clasificado entraba directamente a fase de grupos. En 2018 se terminó por otorgar cuatro plazas directas a las cuatro grandes ligas.
1995 - Ley Bosman: Esta medida no fue forzada por los clubes, pero sí acabó beneficiándolos de forma muy directa. Básicamente, por la denuncia de Jean-Marc Bosman se levantó la limitación de tres extranjeros por equipo para los jugadores de países miembros de la Unión Europea. Significó que las grandes estrellas no tuviesen que repartirse en muchos equipos para buscar minutos y podían concentrarse en unos pocos que fuesen muy potentes.
Esta revolución incluso perjudicó al fútbol sudamericano, por quien era difícil apostar anteriormente teniendo en cuenta que peleaban por esas tres plazas con toda Europa. Con razón el palmarés de la Copa Intercontinental terminó muy igualado, 22 a 21 a favor de Sudamérica, y el del Mundial de Clubes es de 12 a 4 para Europa.
2000 - G-14 y ECA: Para encontrar la primera vez que se pudo leer el término Superliga en los periódicos hay que remontarse a 1998. El grupo Media Partners lo propuso a la UEFA sin ningún éxito, pero la idea ya empezaba a rondar en los mismos poderosos círculos actuales. En el 2000 se creó el G-14, lo que años después se denominaría ECA.
Al igual que el Big Project propuesto en Inglaterra hace unas semanas, estos grupos están dirigidos por los clubes más potentes con el objetivo de seguir siéndolo con más margen aún. Todas las remodelaciones de la Champions League descritas en los párrafos anteriores no hubiesen llegado, o al menos no de tal forma, sin la existencia de esta organización. La amenaza constante de la creación de la Superliga que deje a la UEFA sin la participación de los mejores clubes del mundo ha hecho que la Champions se tuviese que ir adaptando y cediendo a las presiones cada vez más.
Consecuencias que ya sufrimos
En veintiún años, España, Inglaterra, Italia y Alemania pasaron de tener un equipo en fase de grupos a tener cuatro. Evidentemente, cada vez más difícil para las pequeñas federaciones, las cuales han dejado de existir en la fase final. Y no es una exageración: en esta última 2019/20, y por primera vez en la historia, todos los integrantes de octavos de final pertenecían a las cinco grandes ligas. Si lo comparamos con el formato Copa de Europa, encontramos que en finales hubo equipo de hasta trece países distintos (Suecia, Bélgica, Grecia y Serbia) mientras que en la actual Champions sólo ha habido finalistas de siete.
Madrid, Barcelona y Bayern han sido los más beneficiados al respecto. Son los que más dominan en sus ligas y han visto cómo el cambio de 1992 les ha venido muy bien. A excepción de 2019, uno de los tres siempre ha estado presente en las finales de los últimos once años. Quizá el dato más sangrante es que en estos últimos veintiocho años sólo tres equipos han conocido lo que es ser campeón por primera vez en su historia.