BARCELONA | EL PERFIL

Pedri González, el 'pibe' que no sabía ni cómo saludar

El Barça recibe con los brazos abiertos al último exponente de la inagotable cantera canaria. Su abuelo creó una Peña azulgrana en Tegueste (Tenerife).

Las Palmas de Gran Canaria
CARLOS DIAZ RECIODIARIO AS

En esta era de nombres propios y referentes de calzón corto y botas de fútbol, ninguno deslumbró más en Segunda División, por lo absolutamente inesperado, que Pedri González. Con apenas 16 años firmó su primer contrato profesional, y varios meses antes de cumplir los 17 (nació el 25 de noviembre de 2002), al unísono con aquella rúbrica que debió estar acompañada por la de sus padres, cosas de la minoría de edad, había sido traspasado al Barcelona. Más allá de lo redondo del negocio para ambos clubes, la bomba estaba a punto de explotar. Vaya si lo hizo.

De Pedri se cuenta que Sesé Rivero, responsable de la cantera del Tenerife, de donde el pibe es oriundo (Tegueste), lo descartó por su supuesta debilidad física. Si la había, su talento la superaba con creces. De ello pueden dar buena fe en el Juventud Laguna, desde donde fue rescatado por el Departamento de Formación y Captación de la Unión Deportiva Las Palmas. Las sonrisas de hoy en Barcelona son los lamentos de Tenerife y Real Madrid. Las indecisiones, en este caso, se pagaron muy caras.

Con la entidad grancanaria acaba de terminar su segunda temporada, y apenas le bastó una como juvenil para tirar abajo la puerta del primer equipo. Si acaso, la derrumbó. Era, desde luego, el héroe invisible. Ante la insistencia del ex futbolista Ángel López, que en unas semanas comenzará a ejercer como segundo entrenador de Pepe Mel tras foguearse en la cantera de Las Palmas, este último lo invitó un día a entrenar con la plantilla profesional, una que daba tumbos en Segunda, vagando con más pena que gloria, de cualquier manera implorando ponerle fin a una desquiciante temporada. Un día que supuso el para siempre.

No llegó a debutar en el curso 2018/2019, pero su talento hacía más que evidente que, en el que acaba de terminar, ya tendría plaza por derecho propio en el primer equipo de Las Palmas. No era más que un niño de apenas 16 años en un mundo de mayores, formando ya parte de un ecosistema que devora sin piedad si muestras el mayor síntoma de debilidad.

Volvamos la vista atrás. Julio de 2019 amanecía y Pedri se plantó en la recién inaugurada Ciudad Deportiva sin ni siquiera saber qué hacer. Entre ser un invitado y ser uno más media un abismo. Todo era nuevo, desconocido, sueños que se hacen realidad. Tocaba saltar al vacío y las dudas se multiplicaban a una cabeza tan bien amueblada como joven. Sus ganas, actitud y aptitud como perfecto paracaídas. "El primer día estaba cagado, no sabía ni qué hacer cuando entré al vestuario, no sabía ni siquiera si saludar a la gente. Me daba mucha vergüenza, de primeras soy así", llegó a desvelar el propio futbolista. Perdido en el océano profesional, muy pronto acudieron a su rescate. "Me senté y el primero que vino fue Aythami Artiles para decirme que, si necesitaba algo, hablara con él. Me ha ayudado mucho", desvelaba Pedri sobre el capitán de Las Palmas, también canterano como él.

En cualquier caso, la vergüenza la dejó en el vestuario. "Joder con el nene", decían los más veteranos. Desde el primer entrenamiento un ciclón arrasaba el nuevo pasto de entrenamiento de Las Palmas. En los primeros amistosos se puso el fútbol por montera y nadie podía con él. Asombraba su talento, su descaro y la excelencia en la toma de decisiones. Tanto entrenando como jugando. Un auténtico mirlo blanco, azulgrana en este caso.

Su calidad hablaba por él. Tanto, que fue el futbolista de la primera plantilla que más partidos jugó, y eso que se marchó al Mundial Sub-17, durante la temporada recién terminada. Todo ellos mientras cada día dormía en la Casa Amarilla, la residencia de jugadores que tiene el club para los pibes de fuera de Gran Canaria. Muchos años antes su abuela fundó una Peña del Barça en su Tegueste natal, a donde tuvo que emigrar en tiempos de confinamiento. Recluido en casa, con la play y el balón. Cosas de niños. Pero vaya con el niño.

Hechos Barça y Pedri el uno para el otro, a quien comparan con Iniesta ahora se cambiará donde hasta hace poco lo hacía este héroe nacional. Pedri soñaba con ver entrenar a Messi y en unos días le podrá pasar el balón y ejercitarse junto a él. Que compartan equipo está por ver. A lo mejor tampoco le salen las palabras, se le olvida hasta cómo saludar a la mayor leyenda que parió el fútbol y a varios de los mejores futbolistas del mundo, pero su talento continuará hablando por él. Su idioma común, el de la pelota, hará el resto.

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