NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

CAMPEONES POR SORPRESA (XII)

El PSV deja a la Quinta del Buitre sin Copa de Europa

Un serial que repasa a las grandes sorpresas de la historia del fútbol, desde el Nottingham Forest campeón de Europa al Leicester que conquistó la Premier.

Actualizado a
butragueño ante el PSV.

Anomalía, dícese de un cambio o desviación respecto de lo que es normal, regular, natural o previsible. No hay palabra que explique mejor lo que ocurrió en la Copa de Europa de 1987-88, en la que el PSV se proclamó campeón de la máxima competición continental sin ganar un sólo partido desde los octavos de final. Lo normal en el fútbol, y en cualquier deporte, es que el vencedor de un torneo gane la mayor parte de sus partidos, sobre todo en la fase final, pero ese parecía un camino complicado para el conjunto que entonces dirigía Guus Hiddink, que encontró en el empate y el valor de los goles fuera de casa un salvoconducto para ir superando a sus rivales.

No se puede hablar de sorpresa histórica en aquella Copa de Europa sin hablar antes del Real Madrid. El conjunto blanco, que estaba dirigido por Leo Beenhakker, había ganado dos ligas españolas consecutivas e iba camino de la tercera, y era el gran favorito para levantar la Orejona con un equipo en el que la Quinta del Buitre, liderada por Emilio Butragueño, estaba en pleno apogeo. Gordillo, Míchel, Camacho, Buyo, Hugo Sánchez, Maceda, Martín Vázquez, Sanchís, Valdano y Santillana, entre otros, completaban una plantilla merengue de auténtica leyenda. En aquella edición de la máxima competición continental nadie parecía capaz de evitar que los blancos conquistaran su ansiada séptima Copa de Europa. Hasta que apareció el PSV.

Los holandeses habían eliminado con muchos problemas al Galatasaray y al Rapid de Viena en las primeras rondas, los dos únicos equipos a los que ganó un encuentro en todo el torneo. En cuartos, los pupilos de Hiddink también lo pasaron realmente mal ante el Girondins Burdeos que lideraba Jean Tigana. El 1-1 en Francia en la ida fue suficiente para pasar la eliminatoria tras el empate sin goles de la vuelta. Después de tanto sufrimiento en estos tres cruces, superar al Madrid de la Quinta del Buitre en semifinales se antojaba casi imposible.

El partido de ida se jugó en el Bernabéu. La afición madridista se las prometía muy felices cuando a los cuatro minutos ya mandaba en el marcador gracias a un gol de Hugo Sánchez. Nadie imaginó pocos minutos más tardes que el tanto de Linskens fuera a ser el último de la eliminatoria. El Madrid fue superior pero no pudo perforar otra vez la portería de Van Breukelen, guardameta de la selección holandesa y gran héroe del equipo en aquella Copa de Europa, y tuvo que jugarse el todo por el todo en Eindhoven, la ciudad de la Phillips.

La estrategia del Hiddink en la vuelta fue sencilla. Poner el autobús en la portería y confiar en el poco acierto del Madrid. Un joven Ronald Koeman, soberbio, lideró una defensa que dejaba muy pocos espacios a los atacantes blancos y cuando estos conseguían superarla, se toparon con Van Breukelen, que paró todo lo que le llegaba e hizo una de esas actuaciones que pasan a la historia del fútbol. Con el pitido final y el 0-0 en el marcador, los madridistas lloraban desconsolados sobre el césped del Philips Stadion mientras el PSV celebraba el pase a la final, en la que se enfrentaría al Benfica.

Aquella final fue una de las más aburridas de la historia. El partido, que no tuvo muchas ocasiones, acabó como no podía ser de otra forma con empate a cero. Tras una prórroga igual de aburrida se llegó a los penaltis, en los que Van Breukelen confirmó que había sido el mejor jugador del torneo. Detuvo el penalti decisivo a Veloso dándole a su equipo su primera y única Copa de Europa hasta la fecha y mantuvo así la maldición de Bela Guttman, que 36 años antes, aseguró tras ser despedido por el Benfica, que los lisboetas no volverían a ganar un título europeo en 100 años. De momento van 58.