Un mes sin fútbol en Cornellà
El estadio ha pasado de vibrar en un Espanyol-Atlético con 30.360 espectadores a ofrecerse para tareas sanitarias en pleno estado de alarma por el coronavirus.
Un bufandeo, como se había concitado a través de las redes sociales, recibió a las plantillas de Espanyol y Atlético de Madrid en su ingreso sobre el terreno de juego de Cornellà-El Prat. 30.360 seguidores poblablan la grada, en la extensión de lo que un día antes había sucedido en el entrenamiento perico, con 600 incondicionales animando a su equipo. Del partido ha transcurrido un mes, aunque todo ha cambiado tanto que se antoja una eternidad.
De la euforia local por el gol de Stefan Savic en propia meta se pasó al jarro de agua fría a raíz del empate definitivo de Saúl Ñíguez en la reanudación. Y, pese a que el 1-1 no contentó al Espanyol en términos clasificatorios, el público sí desfiló de Cornellà con el convencimiento de que el juego del conjunto de Abelardo Fernández había marcado la línea a seguir. Poco podrían esperar, sin embargo, que el fútbol se detendría indefinidamente en un estadio blanquiazul que tenía previsto recibir al Alavés, en su enésima final de la temporada, el pasado 15 de marzo. Y esta semana debería aterrizar el Levante.
Sin embargo, para entonces ya había comenzado el confinamiento decretado en el estado de alarma. Y solo un día después de que se tuviera que disputar ese encuentro, Cornellà-El Prat se iluminaba, pero por motivos ajenos al fútbol: la fachada se teñía de blanco en apoyo a los sanitarios que luchan contra la pandemia de COVID-19. Y ese campo de fútbol otrora abarrotado de pasión ha acabado puesto, un mes después del último partido, a disposición de las autoridades que lo requieran para hacer frente a las necesidades logísticas y sanitarias derivadas del coronavirus.