VILLARREAL - ESPANYOL

Raúl de Tomás lidera a 3.000 pericos en La Cerámica

Debuta en LaLiga con el Espanyol el delantero, una posición que baila en el Villarreal: Gerard Moreno es más que seria duda y Ekambi, pendiente de Lyon, apunta al banquillo.

Gorka LeizaDIARIO AS

Advierte el Espanyol, en una nota informativa para los 3.000 seguidores pericos que desembarcarán hoy en el Estadio de la Cerámica, de que Vila-real "no dispone de los suficientes restaurantes para acoger a todos los desplazados". Sin pretenderlo, el aviso resume lo que le sucede a los blanquiazules, colistas pero capaces de protagonizar su viaje más masivo de siempre en LaLiga. La razón es el hambre. Esa que no se sacia en un restaurante, sino en el césped (sigue el partido en directo en As.com).

De ese voraz apetito bien sabe Gerard Moreno, experico (mejor dicho, exjugador perico, porque el sentimiento no lo abandona) y más que seria duda hoy por unas molestias musculares en un Villarreal que apura las horas para perder oficialmente camino de Lyon a Ekambi, quien apunta al banquillo por precaución. Toda la responsabilidad para Bacca, otro con ansia: cuatro goles le ha metido al Espanyol, su segundo rival predilecto.

Y también sabe de gana Raúl de Tomás, que regresa a LaLiga tras debutar hace siete días con el Espanyol en la Copa, torneo en el que le bastaron 21 minutos para anotar su primer gol, contra el San Sebastián de los Reyes. Hambre. Su concurso, tanto en la primera salida liguera de Abelardo tras el heroico 2-2 en el derbi de Cornellà como en toda la segunda vuelta se antoja cardinal para un conjunto blanquiazul que, simplemente, debe emular lo que los 'groguets' obraron hace un año.

En el Villarreal-Espanyol de la pasada Liga, jornada 22, eran los locales quienes llegaban vivos en la Europa League y a cinco puntos de la salvación, y sin embargo la lograron holgadamente. Aquel día se reestrenaba Calleja, que sigue ahora al mando de un Submarino que emergió y mira descaradamente a Europa, igual que aquel Espanyol de Rubi. Las tornas se han intercambiado. Pero la receta es la misma: hambre y más hambre.

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