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VALENCIA | MARCELINO

"Queremos ser un Valencia mejor y eso pasa por reforzarse"

Marcelino García Toral (Careñes, 1965) atiende a AS en su querida Asturias. El entrenador del Valencia muestra su lado más personal.

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"Queremos ser un Valencia
mejor y eso pasa por reforzarse"

¿Volver a casa como campeón sabe mejor?

Volver a Asturias siempre me sabe igual de bien. Es mi tierra y aquí soy siempre feliz. Obviamente este verano noto felicidad en la gente que me conoce. No se alegran tanto como yo (ríe), pero sí mucho de lo sucedido. Para ellos creo que también es importante que una persona de su entorno logre cosas en su vida.

¿Qué queda del Marcelino que empezó en Villaviciosa?

Pues creo que mucho. Intento que mucho. En lo principal, casi todo. Intento ser la persona a la que educaron mis padres y ser fiel a los valores con los que crecí. Lógicamente como entrenador, con los años, cambias criterios y sumas pensamientos. Pero me acuerdo de cada uno de los chavales a los que entrené por primera vez aquí. Era un campo de tierra y teníamos que ir a por los balones al río para poder seguir con el entrenamiento. Recordar todo aquello me sirve para saber dónde empecé y valorar dónde hemos llegado.

¿Se imaginaba que llegaría a levantar una Copa del Rey?

Para nada. Yo me quedé sin equipo y pedí entrenar con ellos hasta diciembre para ver si me salía algo. A mí me gustaba el fútbol y el Lealtad me permitió hacerlo desde el prisma del entrenador. Fue aquí cuando surgió la posibilidad de dirigir al Juvenil. ¡Cómo iba a pensar entonces que llegaría a un club como el Valencia!

¿No tenía esa ambición?

Yo no soy así, no me obsesiono con grandes objetivos. Soy una persona que disfruta cada cosa en su momento. Entonces disfrutaba con formar a chavales, ahora disfruto con sacar máximo rendimiento a profesionales. Pero uno y otro momento gira alrededor de lo mismo, de un balón. Así he entendido siempre el fútbol.

¿Conocía de antes de Valencia a Mateu Alemany?

No habíamos cruzado ni una palabra antes.

¿Y qué es hoy para usted?

Siempre le consideraré mi jefe, y como tal le tengo el máximo respeto. Pero también lo consideraré por siempre un amigo. Me ha demostrado serlo. Le agradeceré eternamente el respaldo que nos dio en momentos de dificultad.

En enero, ¿algún día llegó a casa y le dijo a su mujer: 'Cariño, nos queda poco aquí'?

Nunca. Siempre tuve el convencimiento y la ilusión de que cambiaría la dinámica. Era única y exclusivamente cuestión de acierto. En esos días sólo quería que se volviera a la normalidad, que los jugadores se acercaran a sus estadísticas de efectividad. Sólo con eso fue suficiente para remontar.

Su año se puede resumir en tres abrazos: el que le dio Parejo tras su gol al Valladolid, el que le dio Rodrigo tras la victoria en Vigo y el que se dio con Alemany en Sevilla.

Somos así de cariñosos (ríe). En el abrazo con Mateu (Alemany) se daba rienda suelta a mil sentimientos. Hubo meses muy complicados. Pero a su vez he tenido la suerte de sentir el apoyo de los futbolistas, que no es algo fácil de tener cuando los resultados no salen. Siempre valoraré muchísimo aquellos abrazos de Parejo y Rodrigo.

¿Se ve entrenando a Rodrigo el año que viene?

Yo sí me veo entrenándole, porque es un gran futbolista e importante para el Valencia. Pero soy consciente que el club y el futbolista, en unas determinadas circunstancias, pueden decidir lo contrario porque la situación de mercado sea favorable para todos.

¿Le ha sorprendido el liderazgo de Parejo?

Nada. Dani tiene capacidad para eso y para mucho más. Otra cosa es que él lo haya empezado a asumir en un momento determinado por las circunstancias del grupo, que ha sido en estos últimos años. Pero Dani tenía y tiene esa capacidad. Su altísimo rendimiento le ha ayudado a esa jerarquía. Lo uno va unido a lo otro. El rendimiento da jerarquía. Pasa en todos los equipos. La jerarquía se gana, no se otorga y Dani se la gana a pulso.

¿A qué Valencia quiere ir?

A un Valencia mejor. Esa es la intención. Mejorar siempre.

¿Y qué es ahora un Valencia mejor?

Desde un punto de vista deportivo, hay que analizar qué posiciones necesitamos potenciar y con qué perfil. Ya luego el tema de salidas y traspasos no me concierne a mí, las decisiones son del club.

Eso en cuanto a planificación, pero en cuanto a proyecto, tras meterse en Champions y ganar la Copa, ¿qué entiende por mejorar?

Siempre hay que tener ambición de crecer. Y de crecer todos juntos. Vimos este año lo determinante que es la unión entre equipo y afición. Después hay que ser lo suficientemente analítico para saber que a día de hoy estamos en nuestro techo. Es difícil a corto plazo superar lo que hemos hecho: cuartos, semifinalista de Europa Legue y campeón de Copa ante el Barcelona de Messi. Ser conscientes de dónde estamos no quita que tengamos ilusión y ambición de crecer, pero el Valencia venía de unos años de irregularidad y en ese tiempo el crecimiento económico de Barcelona, Madrid y Atlético fue brutal, lo que hizo que creciera la distancia. Tratamos de que disminuya.

¿Qué porcentaje de plantilla tiene ya hecha?

Diría que un 75%. Luego dependes de posibles ventas, porque un club como el Valencia tiene que estar abierto a esa posibilidad. Pero tenemos mucha plantilla ya hecha.

Quizás sea el que más 'hecha' la tiene en relación a Barcelona, Atlético y Real Madrid.

Seguramente sea así. Pero creo que para acercarnos más, el club necesita, no sé cómo decirlo, más inversión o vender-comprar para poder invertir más. Creo que el Atlético sí tiene que recomponerse más que nosotros además en posiciones muy importantes; el Real Madrid es obvio que también y el Barcelona, pues no lo sé, porque fue campeón de Liga con solvencia. Pero nosotros si queremos acercarnos a los de arriba y alejarnos de los de atrás, necesitamos reforzar determinadas posiciones y ello supone dinero. Si no, pues habrá que intentarlo. El club apostó fuerte por jugadores como Guedes y Kondogbia y por eso tenemos muy buena base, pero para dar ese salto de nivel hay posiciones que debemos reforzarnos.

¿La Copa es lo inolvidable; la Champions, lo necesario?

Creo que la Champions para el club sí es lo necesario. De hecho esa obligación y necesidad fue un freno para el equipo en muchos partidos, nos generó ansiedad. Fue meternos en Champions y en la final de Sevilla se comprobó lo mucho que se liberó el equipo.

¿Qué opina del presunto amaño de jugadores del Valladolid?

Los hechos demuestran que nosotros estamos fuera de toda sospecha. A partir de ahí, por el bien del fútbol, que se tomen medidas para erradicar esas actuaciones.

¿Con qué imagen se queda de la final de Copa?

¿Sólo una? El sentimiento de los niños. Durante la rúa, veía la cara de júbilo de niños de no más de 6 años y les veía el ‘sentiment’ de ser del Valencia. Hacer feliz a la gente es lo más grande de nuestro trabajo.

"Un trocito de la Copa también fue para Asturias"

Careñes acaba donde empieza el Cantábrico. Ahí, entre eucaliptos y pomares, donde huele a manzana y a humedad de campo, en el número 4 de una de sus calles sin nombre, nació Marcelino (1965). Allí creció hasta hacerse futbolista, allí empezó a soñar que no tenía techo y allí recarga pilas a la mínima que puede. “Estar aquí me da fuerza, me recuerda quien soy”, confiesa. Por el concejo de Villaviciosa, al que pertenecen los 200 vecinos de Careñes, los ancianos le hablan con la autoridad del mayor, sus coetáneos con la familiaridad de los pueblos y los niños con la admiración del famoso. Sólo para los más pequeños es el entrenador del Valencia antes que Marcelino; para el resto es el hijo de Marcelino y Raquel, el compañero de pupitre en el Colegio San Francisco. Marcelino, hijo único, pasó su infancia con la naturaleza en la puerta de casa. Eso forja carácter e influye en la personalidad. Su padre era ‘maderista’ y en casa de sus abuelos maternos había seis vacas; a derecha e izquierda veía prados y un poco más allá el mar. Las tardes pasaban entre cuatro piedras, un balón y a jugar. “Eran partidos de dos contra dos, cuatro contra tres, aquí no éramos más de 10 niños y de diferente edad”, recuerda. Fue en un cumpleaños, “el de José Manuel”, cuando uno de los padres le vio maneras y le dijo que probara en el Sporting. Tenía 13 años y sin él aún saberlo el fútbol le hizo suyo para siempre. Su padre iba y venía de Mareo cada día hasta que Marcelino tuvo moto y tiempo después su primer coche. De hecho se le nota en la conducción que conoce cada curva que hay en la carretera que lleva a Gijón. En Careñes conoció a su mujer, en su iglesia del Siglo XIII se casaron y la vida le trajo de vuelta a su Asturias querida cuando colgó las botas en Elche. Fue en el Lealtad, en el campo municipal de Les Caleyes, donde Marcelino debutó en los banquillos, primero con un Juvenil, después en Tercera. Con los leales logró el primogénito de sus éxitos, el ascenso a Segunda B, el primero del centenario club. “Mira que nos hicisteis sufrir en la final y cuánto nos alegramos de que la ganaras”. La frase es de Maxi, compañero de Marcelino en el Instituto y hoy entrenador de chavales del Lealtad. En Tazones, donde le gusta ir a Marcelino a comer arroz y tomar una sidra, no hay paisano que se le cruce y, con ese acento característico, no le felicite por ser campeón de Copa. Como le dijo Cote, jardinero de Les Caleyes, “un trocito de la Copa también fue para Asturias”.