CAFÉ, COPA Y FÚTBOL

Jorge Martínez Reverte: “Cuando se inventen las porterías móviles Benzema será insustituible”

Jorge Martínez Reverte nos visita en ‘Las Estaciones de Juan’ acompañado por su hijo Mario. Llega con ese del humor con el que derrota las secuelas del maldito ictus que le afectó en 2014.

FELIPE SEVILLANODIARIO AS

Esta temporada nos encontramos un Madrid de dos caras: capaz de arrasar en la Champions y de rendimientos ridículos como la eliminación de Copa por el Leganés. ¿Por qué este Madrid ciclotímico?

Si quiere que le diga la verdad, yo tampoco lo sé, y creo que lo que me pasa a mí le pasa también a Zidane. Seguramente es porque voy aprendiendo de fútbol. El juego ante el equipo de Tabarnia, por ejemplo, fue chato y previsible.

¿Usted considera que Zidane es un buen estratega como entrenador o se limita a ser un buen gestor de estrellas?

Ambas cosas van unidas. Me parece que es buen estratega cuando veo un partido europeo. Y malo cuando juega contra el Espanyol o el Leganés. Pero, en todo caso, muchas veces parece que se conforma con que sus jugadores no protesten. Cristiano no parece estar bajo su disciplina, sino en la pelea con Messi por ser el más reconocido. Lo que pasa, al mismo tiempo, es que los números le son aún más favorables que los dioses, que ya es decir…

¿Le sorprende que futbolistas como Isco o Asensio entren y salgan de alineaciones mientras Benzema y muchas veces Bale parecen insustituibles?

Benzema será insustituible para mí el día en que se inventen las porterías móviles. Pero me pasa con él lo que a Zidane, que me encanta verle jugar. Es un futbolista que lo hace todo bien menos meterla, con perdón. Hay otros futbolistas como Bale, que también parecían insustituibles hasta que llegó la Champions y Zidane lo dejó en el banquillo. De Bale hay que decir que tiene días prodigiosos, centrando y rematando. No estoy muy seguro de preferir a Isco, que se pierde tanto en maravillas.

¿Ha visitado alguna vez el palco del Bernabéu?

No, y creo que dan buenos canapés. O sea, que estoy dispuesto a dejarme invitar en cualquier momento. Pero tengo una condición importante: que se me deje celebrar los goles de mi equipo aunque esté cerca algún sieso como Joan Gaspart.

¿Se sentiría bajito al lado de Florentino Pérez?

Yo no me siento bajito al lado de nadie. Eso sólo lo sabemos hacer los bajitos. Pregúntele a Florentino.

Oiga, su célebre personaje Julio Gálvez, ¿era del Atleti?

No se lo he preguntado nunca, pero creo que sí. Porque es un perdedor nato, aunque espero que este año se pueda llevar la alegría de que su equipo logre hacer la remontada y ganarle la liga al Barcelona. Siempre que pienso en el Atleti me hago la misma pregunta, ¿por qué ha empatado tantos partidos fáciles?

Desde luego el Atlético de Madrid es el equipo natural de Gálvez que de ser futbolista sería un delantero rematador, siempre con tiros al palo, pocos goles y mucha hostilidad de la grada.

¿Gálvez un Benzema? Quite ya, hombre, Gálvez siempre cobra poco. En lo demás, sí que es parecido al jugador francés aunque ya le digo que este gana mucho más de lo que podría soñar un periodista venido a menos como Julio.

Vázquez Montalbán escribió ‘El delantero centro fue asesinado al atardecer’. ¿Ha pensado alguna vez en escribir o ambientar una novela en el mundo del fútbol?

Me apetece, pero desconozco en profundidad este mundo. Sin temor a equivocarme podría decir que sólo sé de fútbol como los aficionados del siete saben de toros. Pero hay una cosa que me llama la atención, y es la enorme afinidad que hay entre los empresarios de fútbol y los de la construcción.

Ha recreado en muchos de sus libros momentos históricos de este país, momentos puntuales de la Guerra Civil. Y de pronto se ha animado a escribir sobre su propia infancia. ¿Por qué recordar?

Para vivir en paz lo que quede, para intentar ser mejor. Para rehacer errores, como tener un hijo del Barça. Es muy fuerte que el cien por cien de los hijos sean de ese equipo que nos gana casi siempre.

¿Había que ser tan ingenuo como un niño para ser feliz en la España feroz de los años cincuenta, que llega a calificar de miserable?

Era lo que tocaba. Sobre todo, era miserable desde el punto de vista moral. Miserable, mediocre, pacata, envidiosa… se me acaban los adjetivos.

Pasó por varios colegios de Madrid, entre ellos, el Calasancio, donde hizo sus primeros pinitos Butragueño. ¿Había allí un especial aroma futbolístico?

No, al menos en lo que yo viví. Lo que sí que recuerdo es que siempre había algún cura que se subía las faldas al parecer para jugar. Muchos curas, sobre todo los más jóvenes, se animaban a jugar con nosotros en el patio y al final comprendí que se subían la falda no para apuntar mejor, regatear o meter goles sino, en realidad, para dar patadas con mayor libertad. De todas formas en aquel colegio tampoco había mucho sitio para jugar al fútbol. Seguramente por eso, Butragueño acabó siendo un virtuoso del regate en corto.

¿Cómo era el Jorge Martínez de futbolista?

Bueno, a tenor de las crónicas más rigurosas de aquellos tiempos, sin duda era el peor. Al menos eso es lo que aseguraban mis queridos hermanos mayores y también mi padre.

Me han contando que alguien hablaba de usted como un futbolista que parecía tener dos piernas izquierdas. No sé si eso es bueno o malo.

Pues hombre, para ser un diestro es una buena descripción sobre mi habilidad. Se la debo a mi padre que, como se ve, admiraba mucho mi capacidad como jugador. Yo jugaba de defensa y el público del equipo contrario siempre acababa aplaudiéndome.

¿Fue su padre el que le hizo del Real Madrid?

Es posible, pero seguramente influyó mucho su carácter ganador. Sobre todo en Europa. Yo debía de tener unos ocho años cuando el Real Madrid ganó la primera Copa de Europa. Fue contra el Stade Reims como todo el mundo sabe. En París. Allí conseguimos remontar después de ir perdiendo dos a cero y al final nos impusimos por cuatro a tres. El Madrid era un equipo ganador y en mi libro recuerdo como en el colegio los seguidores del Atlético desaparecían, brillaban por su ausencia, borrados del mapa por los geniales desmarques de Alfredo Di Stéfano o las carreras bestiales de Paco Gento.

También recuerda en su libro que aquella primera Copa de Europa que gana el Madrid, tuvo mucho mérito “por la cantidad de enemigos que tenía España en el extranjero”. ¿A qué se refería?

Porque recuerdo perfectamente que eso era lo que se decía entonces en la radio y en las peluquerías… Y la prensa y la radio de esa época ya saben ustedes que eran muy independientes, ¿no? Se hablaba con más libertad de fútbol en los patios de colegio y, sobre todo en las peluquerías, auténticos foros para el debate. Allí se escuchaban cosas muy interesantes.

¿Por ejemplo?

Recuerdo la disertación que se largó delante de mí un peluquero que discutía con un cliente partidario del Real Madrid. Estaban discutiendo sobre Gento y de pronto el peluquero muy serio dijo: “El día que Gento levante la cabeza y sepa adónde va la pelota, el Madrid será imbatible”. Una observación genial. Era una manera de decir que no teníamos por qué sentirnos inferiores. Lo malo es que lo éramos en todo lo demás. O sea, que lo éramos de verdad.

¿Cree usted que el Madrid de aquella época con Di Stéfano y Gento se habría impuesto al Madrid actual de Ronaldo?

Era otro fútbol. Pero creo que Di Stéfano no ha habido otro. También ellos habrían aprendido para poder jugar ahora. Es increíble pensar que ahora, por ejemplo, casi todos los futbolistas sepan dar un pase a 40 metros. Antes, eso sólo lo hacía Luis Suárez.

¿Es Cristiano el ariete indiscutible de la historia madridista?

No. Ha habido más. Pero ahora, no hay nadie como él. Las cifras son abrumadoras.

¿Qué le parece este Atlético que ha creado Simeone?

Un magnífico equipo al que le falta conquistar lo que usted ya sabe. Tendría que haber ganado al Barça en el Camp Nou el domingo para consolidarse como equipo. Pero repito: pase lo que pase en la Liga y en la Europa League, el Atlético hoy, lo repito, es un equipo magnífico.

Cuál es el mejor futbolista que ha visto a lo largo de su vida.

Di Stéfano. Sin duda. Ocupaba todo el campo él solo y eso no se lo he visto hacer a nadie.

¿Cree que Messi está un escalón por encima del resto?

No sé muy bien si está un escalón por encima del resto o dos.

¿Qué le parece a usted esto del VAR, el videoarbitraje? ¿Quitarle al fútbol el factor error arbitral le quita emoción, autenticidad?

No me gusta, porque también es quitarle a uno la mitad del discurso. No sólo puede equivocarse el árbitro. También el público. Es fundamental además poder echarle la culpa a alguien.

Es usted un ejemplo de superación y coraje, capaz de seguir escribiendo y dando entrevistas después del zarpazo de un ictus. ¿Qué le ha motivado estos años para tirar hacia delante y obligarse a seguir en la primera división de la cultura?

Escribir, leer y ver fútbol. Eso me lo ha respetado la enfermedad. Lo de ver el fútbol me lo ha mejorado un televisor extraordinario que tengo en mi casa.

¿Quiénes han sido sus grandes cómplices?

Mi mujer, siempre inteligente y de buen humor, y mi hijo Mario, aunque sea del Barça. A los dos les gusta el fútbol, así que lo suelo ver en compañía, y así puedo gritar.

Oiga Jorge, le observo y le veo sosegado, sonriente y nos mira complacido mientras discutimos de fútbol. ¡Se ha convertido usted en un sabio!

No. Me he convertido en un viejo. Eso lo dan los años, no tiene mérito.

La última: después de ‘Una infancia feliz en una España feroz’, le aseguro que esperamos con expectación una nueva entrega de un Jorge maduro en otra España…, ¿se lo está pensando?

Es posible, porque tengo que acabar mis obras completas.

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