Brasil, camino de la mayor catástrofe sanitaria mundial del siglo XXI
La pandemia del coronavirus sigue avanzando en el país impulsada por las nuevas variantes, provocando que las unidades de cuidados intensivos estén saturadas.
El avance de la pandemia del coronavirus está activando todas las alarmas de los expertos. El país sudamericano se encuentra al borde del colapso sanitario mientras las variantes amazónica y británica, considerada más contagiosas, continúa su expansión. Las muertes causadas por la COVID-19 siguen acumulándose y en los últimos 40 días la media diaria no ha bajado del millar.
El índice de ocupación de las unidades de cuidados intensivos del sistema público sanitario brasileño ya supera el 80% en 18 de los 27 estados brasileños. "El riesgo de colapso existe y ya lo estamos observando en varias regiones del país", afirmó a la agencia EFE el médico Carlos Starling, consultor científico de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI).
Esta tendencia alarmante, que comenzó afectando especialmente en la ciudad de Manaos y que se ha ido extendiendo al resto del país, ha provocado que aumenten cada día las voces que piden medidas más drásticas a nivel nacional para contener a un virus que el pasado miércoles dejó en Brasil su máximo de muertes diarias, con 1.910.
"O Brasil se encierra durante al menos tres semanas y amplía el número de vacunados de forma radical, o nos transformaremos en la mayor catástrofe sanitaria mundial del siglo XXI en pocos meses", advirtió en Twitter Miguel Nicolelis, prestigioso médico del país.
Bolsonaro se resiste a medidas más severas
La solicitud de aplicar medidas más severas a nivel nacional se ha encontrado por el momento con la oposición del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien se resiste a reconocer la gravedad de la situación, a pesar de que los expertos señalan a la ausencia de restricciones en gran parte del país como un factor decisivo para el incremento casos.
A este hecho se une la expansión de la cepa amazónica, variante del coronavirus a la que se ha unido la británica. Se trata de un caldo de cultivo ideal en un país en el que no es extraño que se produzcan aglomeraciones en lugares como discotecas o iglesias y que recientemente celebró un Carnaval que, pese a las prohibiciones, contó con multitud de fiestas ilegales.