CORONAVIRUS

El aire, otra posible vía de transmisión del coronavirus

No hay acuerdo generalizado sobre esta opción en los círculos científicos, pero no se descarta la posibilidad ante las evidencias halladas.

El aire, otra posible vía de transmisión del coronavirus
Nora Quintanilla EFE

Descubrir cómo se propagaba la COVID-19 es un paso muy importante para luchar contra ella. Según la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad se transmite “de persona a persona a través de las gotículas que salen despedidas de la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar. (...) Una persona puede contraer la COVID‑19 si inhala las gotículas procedentes de una persona infectada por el virus”. Sin embargo, la OMS no se cierra a otras formas de propagación y una de ellas, en estudio, es por el aire. No existe un acuerdo generalizado sobre esta posibilidad en los círculos científicos.

Para aceptar esta opción, hay que entender las características de estas gotas. Al estornudar, toser o hablar desprendemos dos clases: gordas, que caen rápido al suelo y que son las causantes oficiales de la enfermedad; y pequeñas, que pueden extenderse hasta 6 y 8 metros y permanecer en el aire hasta una hora. Son del tamaño de los aerosoles que se inhalan para el asma y pueden llegar directamente a los pulmones. Estas últimas serían la vía de contagio aéreo: el virus flotaría en la sala y afectaría a los presentes. “Se acumula la evidencia de que hay contagio por aerosoles y de que los asintomáticos (un tercio de los casos, según el estudio de seroprevalencia español) transmiten la infección”, afirma Miguel Hernán, catedrático de epidemiología en la Universidad de Harvard y asesor del Gobierno español, a El País.

Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, apoyó la versión oficial de la OMS (y contraria por el momento al contagio por aerosoles) en una rueda de prensa: “El virus no se transmite por aerosoles, gotas pequeñas que se inhalan porque permanecen en el aire. Se transmite por contacto directo con gotas más gruesas que caen rápidamente”. La importancia de la distancia de seguridad de dos metros entre la población surge de esa idea al igual que la de las mascarillas. Sin embargo, el doctor reconoció a continuación que algunos “estudios de casos concretos muestran que podría pasar (la transmisión aérea)”

Ventilación y tiempo

Las mascarillas tendría un valor primordial en esta clase de ambientes cerrados, que mantienen en suspensión al virus, aunque los estudios aún no han determinado ni por cuánto tiempo flotan ni qué carga viral tendrían las gotas pequeñas: se supone que de 0,01% por el 1% de las grandes.

La única vía de escape en espacios cerrados sería la ventilación adecuada de los recintos. “En lugares bien ventilados, esto no es un problema en absoluto porque las gotitas cargadas de virus se eliminan rápida y eficientemente. Pero si la ventilación no es eficiente, como en muchos lugares públicos cotidianos, esta podría ser la ruta principal, como durante los ensayos del coro”, asegura Lidia Morawska, directora del Laboratorio Internacional de Calidad del Aire y Salud (de referencia para la OMS) de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Brisbane (Australia).

La doctora habla del caso del ensayo de un coro, donde un supercontagiador infecto al 87% del grupo (dos murieron) después de cantar durante dos horas y media en un recinto cerrado. Los componentes tomaron medidas de precaución, higiénicas y de distanciamento. No hubo ni besos ni abrazos.

Además de la mala ventilación, otro manera de transmisión sería el tiempo: a mayor tiempo en un espacio cerrado, más posibilidad de contraer la infección. Existen ejemplos en esta línea argumenta: en un restaurante China, la propagación se produjo entre comensales de las mesas vecinas a la del paciente 0 que permanecieron en el establecimiento más de los 18 minutos que otros clientes analizados y cuyos resultados en las pruebas fueron negativos. En Corea del Sur, se infectaron los participantes de una clase de ritmos latinos que duró unos 50 minutos con un instructor enfermo.

Esta forma de contagio es otra más de las que diferentes organizaciones están analizando. Y a falta de un estudio concluyente, aceptado por la comunidad científica, no se puede dar por válida la teoría todavía. Habrá que esperar a las decisones futuras.