¿Qué fases emocionales se están viviendo durante la cuarentena?
El confinamiento ha obligado a cambiar las rutinas y psicológicamente todas las personas están viviendo varias etapas durante el estado de alarma
El confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus ha hecho que todas las personas hayan tenido que cambiar sus rutinas y su forma de vida. Casi de la noche a la mañana, cada uno se tuvo que hacer a la idea que salir a la calle durante al menos dos semanas iba a estar reservado para unos casos supuestos muy concretos.
Esta situación hizo que se tuviera que cambiar el chip de nuestra vida diaria de forma violenta, siendo un golpe emocional demasiado fuerte. Por eso, psicológicamente todas las personas están experimentando un cambio brutal durante todos estos días de cuarentena.
Cada situación individual es diferente, el estado anímico es distinto en cada persona. Sin embargo, la empresa Ipsos China, experta en investigación de mercados, detalla las fases que todos estamos pasando durante el estado de alarma. Son siete.
Incredulidad
Esta fase, ya pasada, se produjo desde que se rumoreaba que se iba a decretar el estado de alarma. Un periodo de confusión y medio. No sabíamos en ese momento qué significaba el estado de alarma, qué podíamos hacer y qué no, cuándo podíamos salir y en qué situaciones. Llegaba mucha información. La mayoría certera, otra inexacta.
Preparación
Pasada la incredulidad, era momento de prepararse para estar confinados en casa. Había que hacerse a la idea de que no se iba a poder salir, por lo que había que prepararse. Se cambiaron muchos planes, las empresas empezaron a implantar el teletrabajo o a adaptarse a la nueva situación y en las casas se empezó a hacer acopio de alimentos. Era el boom de comprar papel higiénico.
Ajuste
Los primeros días empezamos a aprender cómo estar todo el día en casa, qué hacer, cómo trabajar, cómo repartir las 24 horas del día. Tras varios días, nos empezamos a acostumbrar a la situación y por eso se ajustaron diferentes rutinas diarias. Cómo hacer ejercicio, repartir las tareas domésticas, saber administrar el ocio. En definitiva, organizar los días de la mejor forma posible tras experimentar varios días de cuarentena. Esa fase mucha gente ya la habrá pasado, pero todas aquellas personas con trabajos no esenciales que a partir del lunes van a estar en casa la experimentarán por primera vez, puesto que si han seguido yendo a trabajar no han estado las 24 horas del día en su casa.
Aclimatación
Los que llevan ya dos semanas confinados en casa, ya están en la fase de aclimatación. Ya se han hecho a la situación, no ha quedado a otra. Ya tienen su rutina marcada. Las horas de trabajo, las horas de ocio, salir a las ventanas a aplaudir a las ocho de la noche, cuándo salir a comprar y qué días, cuándo hablar con familiares o amigos. En definitiva, el día a día ya está configurado como cuando se lleva una vida normal.
Resistencia
Esta fase se mezcla con la fase de aclimatación. Estamos habituados, sí, a tener que estar confinados en casa, pero a la vez mostramos debilidades y echamos de menos sobre todo la vida social. Esto hace que cada uno lleve como mejor sabe la resistencia de aguantar los días de confinamiento que sean necesario. Afecta al estado de ánimo y a las relaciones personales. No ayuda que no se sepa hasta cuándo va a durar el confinamiento.
Alivio
Esta fase, a la que no hemos llegado, ocurrirá cuando empecemos a ver posibilidades de que el estado de alarma puede levantarse. Sucederá cuando llegue el tan esperado pico de contagios, cuando las altas sigan subiendo, cuando sigan llegando noticias de posibles vacunas o cuando haya noticias o rumores de que el fin del confinamiento está cerca. Supondrá un alivio y veremos cerca el poder salir de casa y retomar nuestra vida normal.
Temor
Pero a la vez que comenzaremos a notar alivio, también sentiremos temor. Temor a una recaída de las previsiones, temor a que puedan subir los contagiados y el confinamiento se alargue. Temor a que la pandemia del coronavirus se haya llevado por delante muchas de las cosas que antes teníamos. Temor a que la crisis económica se alargue. Un periodo de miedo, en definitiva, que sólo experimentaremos cuando el confinamiento esté acabando.