La muerte de Iñaki Bolinaga es de esas noticias que a cualquiera que haya seguido el balonmano español tiene que producirle estremecimiento, porque el vasco no sólo era el Alma Mater del Arrate, el que se empeñó de que Eibar estuviese en la élite y saliese a Europa. No. Era mucho más. Bolinaga tenía ese humor socarrón de quien sabe contemporizar, pero a la vez de los que pelean por lo que es suyo, o de todos. Boli era más que un directivo; era un tipo entrañable, al que se le cayó el mundo encima cuando su club de toda la vida tuvo que cerrar el chiringuito. Y ahora, casi seguido, nos deja para que al mundo del balonmano se le caiga una losa con su ausencia. No voy a escribir un panegírico de su obra y milagros; tan sólo puedo decir que su ausencia no la llena nadie, y que le echaremos de menos, porque hay ratos en los que tipos como Iñaki son más que necesarios imprescindibles.
Es lo que tienen los años bisiestos, que siempre nos dejan recuerdos amargos para el futuro. Y pensándolo bien, aunque no soy supersticioso ni tengo manías, reconozco que me vienen a la memoria unos cuantos momentos horrorosos de mi vida personal que son en años bisiestos. Pero otros, agradables y únicos, también han sido en años así, aunque para lo bueno siempre comento que sucedieron en años olímpicos, quizá por deformación profesional.
Vamos, que la lesión de Nerea Pena, más que ser en año olímpico, a la joven guerra navarra del Itxako le ha llegado en año bisiesto, y va a ser duro de suplir esa ausencia en la Selección de Jorge Dueñas.
Ahora bien, si todo fuese normal, si el bombo no comete errores de bulto, tengo la sensación de que al menos dos equipos españoles volverán a estar en la Final Four de Colonia, y que se podría repetir en Alemania la lucha entre el Atlético de Madrid (antes Ciudad Real) y el Barcelona por el título de la Champions. Y eso que ahora el Barça va a tener unos octavos de final complicados contra el Montpellier, y aunque creo que los azulgrana son favoritos, el equipo galo tiene la ventaja de no salir con la presión con la que debería actuar contra otro rival que no fuese el campeón de Europa. Es curioso, que este Barça ya haya decidido abrirle la puerta de salida a Igropoulo para dejarle sitio al internacional Gurbindo, que no seguirá en el Valladolid.
Otro jugador que pierde el equipo vallisoletano, porque también se quedará sin el pivote Ángel Romero, aunque no está dicha la última palabra, ya que el Atlético de Madrid podría ceder al pivote valenciano una temporada, mientras Edu Fernández acaba el segundo año que le queda en el conjunto de Talant Dujsebaev, porque en este momento, y con la renovación de Lazarov, los rojiblancos tienen al menos 18 jugadores en el plantel de la próxima campaña.
Donde no se refuerza el Atlético es en la portería, donde por ahora Dujsebaev se conforma con el joven Antonio García como recambio para Sterbik y Hombrados, y eso que ahora Sterbik volverá a estar un mes de baja en un momento importante de la temporada, la Copa del Rey y los octavos de final de la Champions.
Respecto al Ademar, que perderá a final de temporada a Stranovsky, con sus maletas en Barcelona para jugar con los azulgrana, pues es digno de encomio lo de este equipo, luchando por el tercer puesto de la Liga y vivo en la Champions pese a las lesiones de tantos hombres importantes. Tiene la fortuna de recuperar al Carlos Ruesga del Portland, el de los goles maravillosos por imposibles. Me congratulo por su vuelta como jugador decisivo, y si hay suerte, lo mismo Antonio García retoma su nivel de la primera vuelta y convierten al Municipal de León en una de esas pistas prácticamente irreductibles.
PD. No seré yo quien entre a discutir, ni a defender, ni a criticar los asuntos con la justicia en los que anda enredado Iñaki Urdangarín, pero lo que no es de recibo es que se juegue ahora con su calidad de deportista, y se le cuestione por qué jugaba en la Selección y en el Barcelona. Mucho antes de ser Duque de Palma o consorte de la Infanta Cristina, ya era olímpico y campeón de todo con el Barcelona. Por eso, su figura deportiva merece un respeto.