Tan importante como entrenar, es el entrenamiento silencioso, esa rutina que hace que el cuerpo descanse, se alimente bien, no cometa excesos y se cuide hasta el detalle para una fecha concreta. Si en tu objetivo, por ejemplo, está correr la Maratón de Nueva York, ya en agosto habrás incrementando la resistencia y estarás vigilando semana a semana tu alimentación. Los días previos el descanso será casi tan fundamental como el entrenamiento.

El descanso

Igual que se dice que los niños cuando duermen están creciendo, su cerebro está procesando información y es casi tan fundamental dormir como comer, al deportista le ocurre lo mismo. Es el metabolismo basal. Un mínimo de ocho horas de descanso completo, incluso diez, para que el reloj biológico esté perfectamente ordenado. La gran mayoría de los especialistas en medicina deportiva coinciden en que la eficacia del entrenamiento depende de la rapidez con que se puedan recuperar energías y el resto de excesos cometidos durante la práctica deportiva. Incluso se puede medir ese nivel de descanso con algunos colchones que llevan tecnología incorporada. O con los relojes o pulseras de ejercicio que miden otros parámetros.

La alimentación

Cuánto mejor sea la materia prima, mejor resultado dará. De ahí que cuánto mejor nos alimentos, mejores vitaminas, minerales, proteínas, energía para el cuerpo tendremos. No ingerir alcohol, desterrar las grasas y los azúcares, no forzar el hígado, hidratarnos muchísimo, comer más a menudo y menos copioso, son algunas pistas que podemos tener en cuenta para que nuestro cuerpo se recupere tras un exceso o, en su defecto, prepararnos para una prueba de resistencia. En la alta montaña, por ejemplo, los frutos secos o el chocolate en pequeñas porciones son fundamentales. Aportan energía y se desgastan a medida que el cuerpo lo necesita.

Complemento a la preparación física

Igual que el ejercicio, el descanso, la alimentación, hay una tercera pata del entrenamiento silencioso fundamental, y es el cuidado que le ofrecemos al cuerpo en forma de masajes, tratamientos, baños de hielo… Incluso en ocasiones la electro-estimulación puede ayudarnos a entrenar sin estar desgastando.

El poder de la mente

Vimos hace poco cómo el estrés puede ser también un aliado en ocasiones. Que nuestra mente esté focalizada en el objetivo, ganar, terminar, superarnos, rebajar una marca, puede ayudarnos a que cuando las fuerzas fallen, la mente nos dé el último empujón. En muchas ocasiones hemos escuchado a deportistas decir que cuando ya no podían más, sentir un aplauso, escuchar un grito, recordar una foto… les ha sacar fuerzas de dónde ni siquiera sabían que tenían para terminar. Una mente fuerte, una mente centrada, es una parte fundamental del entrenamiento silencioso tan necesario en la competición.

La mente es también quien nos va a ayudar a marcar los tiempos, quien nos va a servir de apoyo a esa agenda que realizaremos para que todo funcione. Tener un calendario de actividades, de reposo, de descanso, de alimentación sana, de día libre de todo… será la clave para que todo ruede.