Los nutricionistas tienen mucho trabajo por delante: según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren cerca de 2,8 millones de personas a nivel mundial a causa de la obesidad y el sobrepeso. Y el problema va en aumento ya que según datos de la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO), esta enfermedad, que ya a afecta a uno de cada cuatro españoles, casi doblará su prevalencia en España en los próximos 20 años, de tal modo que se espera un incremento de 5 a 9 puntos en este periodo.

Pero, ¿por qué estamos engordando y nada puede frenarlo? Te explicamos los motivos.

Ambiente obesogénico

Vivimos rodeados de opciones poco saludables. Las calles principales y los sitios públicos como cines o grandes plazas están dominados por tiendas que venden hamburguesas, pollo frito, bebidas azucaradas, pastelería y dulces. Es decir, tenemos pocas opciones saludables a la hora de elegir comida, a no ser que lo planifiquemos previamente.

Sedentarismo

La inactividad física es otra de las grandes causas que provocan que engordemos. La clave está en modificar los hábitos sedentarios de vida y ocio y transformarlos de forma que se incremente nuestro nivel de actividad física y deporte. En el caso de los adultos sedentarios que llevan mucho tiempo sin hacer ningún tipo de ejercicio es conveniente que consulten a su médico. Hay infinidad de opciones y deportes para realizar ejercicio físico, solo se trata de voluntad.

Hacemos mal la compra

Este es uno de los grandes problemas que tenemos hoy en día. En los supermercados, vamos a por productos llenos de azúcares, por ejemplo, para el desayuno: los cereales que nos venden como una opción sana son realmente un factor fundamental que incide en la obesidad. Por otra parte, no consumimos suficientes frutas y verduras, nos decantamos por productos ultraprocesados o consumimos bollería industrial, galletas y dulces en exceso.

Los atracones

Otro de los fenómenos que suelen llevarnos a engordar son los atracones, que son simplemente el resultado de una mala planificación de comidas. Muchas personas no desayunan, lo cual no está mal del todo, pero acumulan hambre durante el día hasta que llegan a la comida o a la cena con un hambre voraz, que les impide tener en cuenta las calorías reales que se están metiendo para el cuerpo, y que suelen ser muchas más de las que nos imaginamos.

Dietas milagro y falta de adherencia

Cuando llegamos a un punto en el que nos vemos realmente con sobrepeso, elegimos muy mal a la hora de planificar una dieta, ya que solemos optar por dietas exprés o milagro, que no tienen ninguna evidencia científica y que se basan simplemente en cortar drásticamente las calorías, lo que crea más hambre a la larga, poca adherencia y que volvamos a coger los kilos que hemos perdido en apenas unos meses. En vez de acudir a un nutricionista y evaluar las posibilidades de una dieta que podamos sostener en el tiempo, nos pegamos el batacazo restringiendo calorías y pasando hambre.

Bebidas azucaradas

Además de hidratarnos poco y mal, tomamos demasiadas bebidas azucaradas como refrescos o zumos llenos de azúcares añadidos. Cada lata o porción de estos líquidos que ingerimos tienen muchas calorías, y no lo tenemos en cuenta ya que obviamos que no son alimentos sólidos y que por tanto pensamos que no engordarán. Y claro, sucede lo contrario.

Medicamentos

Existen determinados medicamentos, como los antidepresivos o aquellos que se recetan para enfermedades psiquiátricas, que aumentan nuestro apetito y por lo tanto nos hacen aumentar de peso. Asimismo, los medicamentos para el tratamiento de riesgo de infarto de miocardio, epilepsia, y presión sanguínea provocan, a menor escala, alguna ganancia de peso.