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LA RUTA DEL TOUR

Basso silencia a Merckx en pleno lío de faldas

El velocista italiano relegó al Caníbal al cuarto puesto en el inolvidable Mundial 1972 y a pesar de que el belga se la tenía jurada.

Basso silencia a Merckx en pleno lío de faldas

Marino Basso fue uno de los grandes velocistas de los años 60 y 70, en una de las edades doradas del ciclismo, aquella que dominó Eddy Merckx. El italiano, que no tiene ningún parentesco con Ivan Basso, sumó etapas en las tres grandes: 15 en el Giro de Italia; seis en el Tour de Francia, una de ellas en la ciudad de Tours, la salida de hoy, y otras seis en la Vuelta a España, con el mérito de que todas fueron en la misma edición, la de 1975. Sin embargo, el gran éxito de su carrera fue el oro en el Mundial de 1972. Inolvidable.

Basso fue un ciclista propenso a los placeres de la vida, mujeriego, un comportamiento que, seguramente, le privó de ampliar su palmarés. Así lo mantenía el recordado Gino Sala, uno de los ilustres periodistas de la época: "Marino hubiera tenido más éxito si hubiera seguido las reglas del buen deportista". Su carácter disperso le hizo llegar muy señalado al Mundial de Gap, donde logró desquitarse. "Todos decían que estaba acabado, pero he demostrado que no sólo no lo estoy, sino que aún puedo hacer grandes cosas", fueron sus declaraciones en el podio, anegado en lágrimas de alegría.

El italiano no sólo llegó señalado por las críticas de la prensa y de la afición. Dentro del pelotón, Merckx también le tenía en su punto de mira. La antipatía mutua era reconocida por ambas partes. Cuenta la leyenda que Eddy no soportaba a Marino porque mantenía una relación con su cuñada. Un lío de faldas. Y se plantó en aquel campeonato con la intención de hacerle la vida imposible.

Ambos iban en el grupo de cabeza cuando Franco Bitossi saltó a dos kilómetros de la meta. Hay versiones que sostienen que Merckx se acercó a Basso para susurrarle: "Va a ganar un italiano, pero tú no". Sin embargo, las imágenes dictan otra cosa. En la recta final se ve a Merckx liderando la caza del grupo perseguidor, mientras Bitossi flaqueaba a escasos metros de la meta. La naturaleza del Caníbal era siempre ganar. Con el esprint lanzado, Basso remontó al belga y a su propio compatriota, que también lloró en el podio, pero de impotencia, a pesar de conservar la plata. El bronce fue para el francés Cyrille Guimard. Merckx terminó cuarto. Silenciado y derrotado por su rival más odiado.