CICLISMO

Dennis confiesa sus problemas alimenticios: "Si tomaba cerveza no comía al día siguiente"

El australiano se planteó bajar de peso en 2019 para las grandes vueltas y cayó en malos hábitos: "Te sientes mal, crees que eres una mierda...", confesó.

OLI SCARFFAFP

Rohan Dennis fue uno de los nombres propios de la pasada temporada, tanto por sus resultados en la carretera (campeón del mundo contrarreloj) como por sus polémicas fuera de ella (abandonó el Tour por una discusión con su exequipo, el Bahrain). Y ahora, tras sus últimas confesiones concedidas al periódico australiano Adelaide Advertiser, el mayor especialista contra el crono del planeta suma un nuevo capítulo turbio a su colección: los trastornos alimenticios.

Todo comenzó cuando el australiano se planteó bajar de peso para afrontar el reto de las grandes vueltas de tres semanas, un objetivo que quería llevar a cabo en carreras como el Tour de Francia tras lograr fantásticos resultados en pruebas de una semana como la Vuelta a Suiza de 2019. Allí firmó el segundo puesto en la general, sólo superado por un soberbio Egan Bernal. 

"El año pasado pensé que era físicamente capaz de convertirme en un corredor para las grandes vueltas. Pero no sabía si podría hacer otros sacrificios. Llegué a un punto en el que estaba engordando. Si tomaba una cerveza, me sentía culpable y no comía nada al día siguiente. Eso me impedía entrenar adecuadamente. Crees que eres una mierda, te sientes mal. Estuve al borde de un trastorno alimentario el año pasado", confesó el actual corredor de Ineos.

Pese a sus problemas, Dennis recondujo el rumbo a tiempo para conquistar su segundo maillot arcoíris de contrarreloj consecutivo por delante de Remco Evenepoel, aunque para la prueba de Yorkshire pasó de 71 a 68 kg "a causa del estrés". "Me miré en el espejo y me dije: 'Eres demasiado flaco'. Luego comí de 100 a 300 gramos de chocolate todas las noches y eventualmente tuve que tomar creatina y suero en polvo para volver a mi peso de contrarreloj", relató Dennis.

En la actualidad, el australiano disfruta de la competición y de una especialidad que domina con mano de hierro, por lo que sus intenciones de aspirar a todo en las grandes vueltas forman parte del pasado: "No vale la pena tener un trastorno alimentario. Me siento bien por ser el mejor del mundo en algo, es decir, en una contrarreloj".

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