Simon Yates bate a Bilbao en una etapa indigna de los Pirineos
El británico remató con victoria la escapada de 40 ciclistas, pero ningún favorito se movió, ni siquiera los que este viernes perderán tiempo en la contrarreloj.
Este viernes se cumplen 100 años del maillot amarillo que estrenó Eugène Christophe, un ciclista que se ganó el cariño de Francia por su colección de desgracias. Dos veces tuvo el Tour a tiro, y dos veces se le rompió la horquilla. Su imagen arreglando la bicicleta en una forja de Sainte Marie de Campan es mítica en la historia en blanco y negro del ciclismo. La Grande Boucle volvió a pasar por esa localidad, en una etapa indigna de los Pirineos y de la leyenda de la carrera. Obviamente, no se trata de que los ciclistas vuelvan a los tiempos en los que se reparaban sus averías, pero tampoco de ver a los favoritos subir puertos de la mano, y también a los menos favoritos, a los que han ido perdiendo minutos y están obligados a remontar.
El pelotón se dedicó a guardar fuerzas para lo que viene, para una trilogía que puede resultar decisiva. Este viernes se disputa una contrarreloj de 27 kilómetros en Pau, una extraña manera de celebrar el centenario del amarillo, por la especialidad elegida y por el kilometraje asignado a la elección. El sábado, el legendario Tourmalet culminará un trazado corto y explosivo. Y el domingo, Prat d’Albis rematará los Pirineos. Ya no habrá excusas para no moverse, aunque quizá alguno se arrepienta en un futuro de no haberlo hecho también en días precedentes.
La etapa la ganó Simon Yates, el vigente campeón de la Vuelta a España. Y eso es lo mejor que le ocurrió a otra jornada soporífera de más de 200 kilómetros. ¿Cuántos bostezos llevamos ya? El británico batió a Pello Bilbao, vencedor de dos etapas en el último Giro, que no pudo inaugurar el casillero español. Con su éxito, Yates entra en el club de los ganadores en las tres Grandes. Es el tercero que completa el triplete en esta edición, tras Elia Viviani y Caleb Ewan. Llevamos doce etapas y doce triunfadores diferentes, lo que ofrece una idea del alto nivel que alberga siempre la participación del Tour.
El repaso de los 40 nombres que integraron la escapada del día certifica la calidad de los aventureros. Hasta 12 de sus integrantes habían ganado ya antes alguna etapa del Tour, cuatro de ellos en el presente certamen. Ahí estaban Sagan, Teuns, Groenewegen y Teunissen; además de Gallopin, Trentin, Van Avermaet, Rui Costa, Kristoff, Matthews, Calmejane y Boasson Hagen. Mucha categoría. La fuga estaba cantada, por eso tardó tanto en hacerse y por eso se marcó un promedio de 50,6 km/h en la primera hora de carrera. Una vez fraguada, se vivieron dos etapas en paralelo. La del triunfo parcial, donde al menos el aficionado español tuvo la emoción de seguir las evoluciones de Pello Bilbao. Y la de la general, donde todos los gallos se reservaron sin rubor para próximos días. ¿Hasta cuándo?
No hay que cargar toda la responsabilidad a ciclistas y directores, porque el diseño del recorrido también les ayuda poco. Tiene más provecho situar una crono antes de una trilogía de gran montaña, que filtrarla por medio, para que los escaladores tengan más necesidad de atacar y remontar. Y tampoco se entiende mucho que el último puerto se coronara a 30 kilómetros de la meta, muy lejos hasta para los más valientes. Nada invitaba a la heroica. ¡Que vuelva Contador!
Un francés, Julian Alaphilippe, llegará así como líder al centenario del maillot amarillo, aunque probablemente saldrá de la misma fecha sin él. Ahora los ojos se dirigen al dorsal 1, Geraint Thomas, que tiene la oportunidad de abrir más trecho sobre sus rivales. Al Ineos le interesa esta inacción que se vio en la primera cita con los Pirineos, porque en el ciclismo-control es donde mejor navega. Si nadie lo remedia, se puede tirar así hasta los Campos Elíseos. Al trote.