Vuelta 2019: el muro de Arraiz, un 20% de pendiente en Bilbao
AS reconoce junto a su descubridor, Roberto Laiseka, la pared que escalarán los ciclistas a siete kilómetros de la meta en la ciudad. "Es una subida que impresiona".
Una ascensión salvaje, de las que la Vuelta acostumbra (aunque en esta edición haya más diversidad) y que será la guinda al quebrado final de la jornada. Una etapa de 175 km, que en los últimos 35 ascenderá un encadenado de subidas que le pondrán picante al desenlace: Urruztimendi (2 km al 10%), el Vivero (5,8 km al 7,5%) y el muro de Arraiz, que se corona a menos de siete kilómetros de la meta. "Con llegar arriba con diez segundos de ventaja y con habilidad en la bajada, tienes la victoria en el bolsillo", analiza Laiseka.
Pero para ello, el corredor que lo intente deberá soltar al grupo o a sus compañeros de fuga, ya que para Laiseka es probable que en esa jornada existan "dos carreras, una por la etapa y otra por la general". En una u otra, si se decide arrancar en Arraiz habrá que hacerlo con mucha fuerza porque las rampas son brutales. La subida se inicia en el bilbaíno barrio de Rekalde y los ciclistas pronto se encontrarán rampas del 15%. Salvo el primer kilómetro, el segundo y el tercero ya no bajan del 13%, con picos del 20%.
"Es un final ratonero donde hay que tener mucha fuerza para subir y habilidad para bajar. ¿Un descenso peligroso? Si arriesgas muchísimo, claro que lo es, pero como todas. El peligro al final lo pone el ciclista y lo que está dispuesto a jugarse". La verdad es que el descenso se puede hacer muy rápido hasta desembocar en la Gran Vía de la capital vizcaína, donde estará ubicada la meta.
Un final donde habrá algo asegurado, aficionados. "Imagino que va a venir muchísima gente, es una subida que impresiona, tan cerca de Bilbao y que muchos bilbaínos ni conocen. Un sitio con mucho encanto, con viñedos y ganado, un pulmón de Bilbao a un paso del centro. Desde la cima se ve perfectamente la ciudad, San Mamés, la Torre Iberdrola... Creo que es va a ser un día espectacular tanto para los que vengan a seguir la etapa como para los que la vean por televisión", asegura Laiseka.
Una jornada especial también para los ciclistas de la tierra, que tendrán la motivación de intentar ganar en casa. Laiseka da alguna idea de a qué tipo de corredor le podría venir bien: "Imagino que todos los equipos vendrán a reconocerlo porque si te pilla este final por sorpresa puede ser complicado. Estuvo Pello Bilbao y le gustó. Omar Fraile es otro perfil de corredor al que le podría venir bien". Y el exciclista del Euskaltel, que hizo toda la subida con una Orbea especial que recuerda sus grandes victorias como profesional, también se lanza: "A mí me hubiese gustado un final como este en mi etapa como ciclista porque me hubiera dado una oportunidad de intentar llegar solo a Bilbao".
Un final que, junto a la salida del día siguiente desde San Mamés, cumplirá las palabras de Guillén de tener siempre presente las carreteras vascas. Esta vez, hasta el mismo centro de Bilbao, como en 2011 cuando regresó la carrera tras tres décadas de ausencia con victoria de Igor Antón, o en 2016 con triunfo de Keukeleire. Pero esta vez viene con sorpresa: una auténtica pared, el muro de Arraiz.