Chris Froome aplaude al nuevo rey de París: Geraint Thomas
Kristoff ganó el sprint final del Tour, que coronó a un nuevo campeón, Thomas. Pero hubo otro héroe: Craddock fue farolillo rojo del primer al último día.
No suele haber perdedores en París. Incluso si no han cumplido el objetivo. Al cruzar la meta de los Campos Elíseos, llueven las felicitaciones, los abrazos, la satisfacción del deber bien hecho… Hemos terminado el Tour de Francia. Desde el primero hasta el último, todos son campeones. Y este año, más que nunca, la frase hay que tomársela al dedillo. El primero ha sido Geraint Thomas, ese galés de 32 años que asumió los galones del Sky que le correspondían a Chris Froome. Y el último ha sido Lawson Craddock, que por primera vez en la historia ha logrado mantener el farolillo rojo desde la apertura hasta el cierre.
Craddock sufrió una terrible caída el primer día, allá por el 7 de julio en Fontenay, y se partió la escápula de su hombro derecho. Lejos de retirarse, el estadounidense completó el recorrido y se planteó abonar 100 dólares por cada etapa terminada al velódromo de Houston. Con los días, muchos aficionados se apuntaron a la iniciativa y ya ha ingresado 150.000 dólares. El sábado, después de acabar la contrarreloj, Craddock rompió a llorar. Fíjense si tiene mérito, que ha estado cuatro horas y media más sobre la bicicleta que Thomas. Un héroe.
París rindió homenaje a todo el pelotón. A ese Sylvain Chavanel que se destacó en solitario para entrar primero en los Campos Elíseos, como culminación de su última y 18ª participación en el Tour, récord absoluto. En sus piernas se lleva 369 días de competición. Este domingo fue el último. París se rindió igualmente a otros dos franceses, Julian Alaphillipe y Pierre Latour, que subieron al podio como ganadores de la Montaña y de los Jóvenes. Francia ama a su carrera, aunque sume 33 años sin ganarla. España, que también ama el Tour, volvió a estar presente en la gala con el Movistar como ganador por equipos, como ya hizo en 2015 y 2016 con esta misma denominación y en 1991 y 1999 como Banesto. Más allá del tridente, la fuerza fue del grupo.
En la ceremonia también lució Peter Sagan, que lleva el brillo incorporado. El eslovaco sufrió desde su caída del miércoles para poder rematar el sexto maillot verde, con lo que iguala a Erik Zabel. Más fuerte que el dolor, Sagan se metió en el último sprint, pero anduvo lejos: octavo. Venció un veterano: Alexander Kristoff, en la llegada masiva más prestigiosa del año, y muchas veces también la menos publicitaria. Hay muchos héroes para compartir el foco.
Y al frente de la ceremonia estuvo Geraint Thomas, por supuesto. El Príncipe de Gales y el Rey de Francia. Un ciclista que ha ganado porque no ha fallado ningún día y porque ha sido el más fuerte. Así de simple y así de complicado. Su mayor obstáculo fue la sombra de Froome, el jefe de la banda. Pero al Sky no le hizo falta ni elegir, porque la carrera seleccionó directamente al vencedor. Froome cruzó la última meta aplaudiendo a Thomas. El mayor reconocimiento.
El Sky logra así su sexta victoria en siete años, con tres ciclistas diferentes, los tres británicos: Wiggins, Froome (cuatro) y Thomas. Sólo Nibali osó entrometerse. El Tour vuelve a proyectar la sensación de una enorme superioridad de la maquinaria de Dave Brailsford. Pero también deja un comportamiento rebelde de los rivales, que esta vez no se han sometido a la dictadura sin intentarlo. Entre ellos hay dos destellos, Tom Dumoulin y Primoz Roglic, que ya otean el Tour de Francia 2019. En su mirada está el maillot amarillo, al que tampoco quieren renunciar Nairo Quintana y Mikel Landa... No, todavía.