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ALBERTO CONTADOR EN AS (CAPÍTULO I)

Contador: “Echaba quinielas para comprarme una bicicleta”

En un ambiente distendido con los periodistas de AS, Contador analizó su larga trayectoria. Aquí tienes la primera entrega, mañana la segunda.

Madrid
Contador, Luis Nieto, Javier Sillés, Roncero, Lourdes Rebollo, Jacinto Vidarte, Relaño, Juan Gutiérrez, Rubio, Juanma Leiva, Jesús Mínguez y Alejandro Elortegui.
Contador, Luis Nieto, Javier Sillés, Roncero, Lourdes Rebollo, Jacinto Vidarte, Relaño, Juan Gutiérrez, Rubio, Juanma Leiva, Jesús Mínguez y Alejandro Elortegui.Dani SánchezDIARIO AS

¿Cómo llegó al ciclismo? ¿En su familia había tradición?

Fue por mi hermano mayor. Comencé tarde. Antes hacía todo tipo de deportes: atletismo, fútbol... De crío sí tuve una bici con ruedines con la que empecé a montar. Daba vueltas con ella hasta que rompí el ruedín de un lado. Entonces empecé a dar vueltas hacia el otro hasta que también se partió. Así aprendí.

¿Su padre no era aficionado? ¿Se veía el Tour en su casa?

No, qué va. A él le gustaba el fútbol y de ahí viene mi afición al Real Madrid. Iba al bar a ver los partidos y a mí me gustaba ir con él. El ciclismo que empecé a ver era porque mi hermano traía vídeos de carreras a casa. Mi primera bici me la dejó él. Una mountain-bike. Luego heredé una Orbea antigua.

¿Cómo se aficionó?

Empecé a ir con él y con el grupo de gente con el que salía. Recuerdo que hacíamos contrarrelojes, cuyos resultados los conocíamos varios días después. Yo me empeñaba en ganar a mi hermano. En una de las primeras acabé a cinco segundos de él.

Hasta que le ganó.

Tengo una historia sobre eso. Era una crono que se organizó desde Titulcia hasta Chinchón. Recuerdo taladrar el manillar de la bici para ponerle unos cuernos. ¡Cuando salieron los resultados ponía que él me había ganado por cinco centésimas! Creo que él modificó aquel resultado de alguna manera. Nunca he sabido la verdad. Si le gané realmente.

¿Cómo recuerda aquellos años en los que le entró el gusanillo del ciclismo?

Creo que aquellos primeros años me ayudaron a valorar todo lo que vendría después. Mis compañeros tenían bicicletas buenas, que si la de Cipollini, etc... ¡Y yo recuerdo que me gastaba la paga en la quiniela para ver si me tocaba y poder comprarme una buena! Pasé muchas tardes escuchando los partidos y pensando en la bici.

¿No le daba para comprarse otra?

Por eso digo que luego pude valorar todo, y eso lo intento transmitir a los ciclistas jóvenes de la Fundación. Recuerdo que compañeros de club con los que salía en aquellos primeros años se reían de mí, me llamaban ‘globero’. Por ejemplo, recuerdo que tenía un portabidones antiguo que provocaba mofa. Estuve ahorrando mi paga hasta que me compré uno nuevo. ¡Cómo miraba aquel portabidones! Cada cierto tiempo me asomaba al patio donde estaba la bici y pensaba que iba a volar. ¡Por un portabidones!

¿La conserva? ¿Qué relación tiene con sus bicicletas?

Conservo aquella Orbea. Tengo una especie de museo con 42 o 43 bicicletas de toda mi carrera. Si me pregunta por los maillots, tendría que buscarlos. Pero las bicicletas las tengo guardadas desde la última a la primera. (Alberto saca su móvil y muestra las imágenes de su colección, donde hay bicis de toda su trayectoria, incluida aquella Orbea antigua).

¿Cómo se vivió en su familia que se dedicase al ciclismo?

Mi madre me dice todavía que no le ha compensado que su hijo fuese ciclista, por la tensión que pasaba, por el miedo a las caídas. Mi abuelo me preguntó al principio que a qué me dedicaba y yo le respondí que montaba en bici. Y él me dijo: ‘Eso ya lo sé, ¿pero en qué trabajas?’. Luego, aquello cambió e imagino que fardaba de nieto cuando gané el Tour. Por cierto, mi familia es toda de Barcarrota, en Badajoz. Siempre digo que para toda España soy de Pinto (Madrid), pero en Extremadura soy de Barcarrota. Y lo llevo con orgullo.

¿Cuando empezó a destacar lo hizo ya como escalador?

De joven me apodaban Pantani porque subía más que nadie, pero luego lo perdía todo bajando. En mis primeros años de profesional, en una Vuelta a Valencia, coroné con otro ciclista y en la bajada a meta me dejó. Mi director me dijo: ‘Hoy he visto algo que no había visto en mi vida. ¡Cómo se puede bajar tan mal!’.

¿Cómo consiguió quitarse aquel lastre?

Todo es de cabeza. La clave es bajar bajo control.

¿Quién fue su referente cuando comenzaba?

Pantani y Armstrong. De Pantani vi más en los vídeos que otra cosa. Pero yo lo que quería era ganar el Tour y por eso me fijaba en Armstrong.

¿Tuvo que ver su enfermedad para que le tuviera como un ejemplo?

Sí, me leí su libro después de la enfermedad y me ayudó.

Luego le tocó vivir una situación complicada cuando compartieron equipo.

Fue difícil. Yo venía de ganar las tres vueltas, pero él regresaba y no estaba claro quién era el líder. Bruyneel tenía más afinidad con él y para el equipo era también más rentable.

¿Qué tal se ha llevado con sus rivales?

En competición pasan cosas, pero fuera de ella la relación es muy buena. Con Froome, por ejemplo, nos respetamos y no tenemos ningún problema (vuelve a mostrar el móvil con una fotografía de ambos en un bar).

Y ahora que lo ha dejado definitivamente, ¿no piensa en quitarse la espina como han hecho otros con el mountain bike por ejemplo?

No creo, prefiero salir con mi grupo de amigos, pero es que yo todo en lo que participo quiero ganar. Soy muy competitivo. Quizá en alguna marcha...

¿Se mantiene en forma? ¿En qué se diferencia este invierno de otros en los que seguía en activo?

Que ya no cuido todos los detalles. Mi peso en forma son 62 kilos, y siempre intentaba no pasar de 67. Ahora estaré cuatro o cinco kilos por encima. En lo que no se diferencia es en los compromisos. Ahora no paro, pero cuando estaba en activo tampoco, porque se dejaban para esta parte del año. Quizá cuando estaba en activo los momentos de más tranquilidad eran las concentraciones, cuando sólo tenía que descansar y salir en bicicleta.

(Mañana, segundo capítulo)