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Yabusele, Grimes... ¿o los dos?

Los Sixers tienen que tomar decisiones importantes este verano. Y hacen cuentas para intentar mantener a unos secundarios que tendrán ofertas.

Guerschon Yabusele defiende a Dyson Daniels durante una acción del Hawks-Sixers.
Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de AS.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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Los Hawks arrollaron a los Sixers (132-119) en un partido que ya habían reventado en el tercer cuarto, que incluyó en su eje un parcial de 13-0 para un 105-82 que convirtió todo lo que vino después en minutos de la basura a pesar de los intentos del cadáver de los Sixers, un equipo que terminó su temporada hace mucho, al menos en el negocio de ganar partidos. Los sueños de los big three producen monstruos, y una temporada que parecía la última gran oportunidad para el Proceso, el intento final de Joel Embiid, ha terminado en un chasco en volúmenes históricos que obliga a pensar en que quizá sea la próxima la de la gran última oportunidad del Proceso, el intento final de Joel Embiid. El camerunés acaba de cumplir 31 años y solo ha podido jugar 19 partidos, ni uno solo con las rodillas en condiciones. El pasado curso, acabó con 39 totales. Así que son, matemáticas básicas, 58 partidos en dos temporadas. Y tiene garantizados más de 248 millones de dólares hasta 2029.

Paul George cumplirá 35 en mayo, ha jugado solo 41 muy decepcionantes partidos (16,2 puntos de media) y tiene pendiente cobrar más de 162 millones hasta 2028. Y Tyrese Maxey, el boceto de estrella joven (24 años) firmó en verano por 204 millones (cinco temporadas) y ha dado más síntomas de regresión que de progreso en unos meses en los que, bien cierto es, todo ha ido mal en Philadelphia. Así que parece lógico dar el beneficio de la duda al guard, que en todo caso haría bien en entrenar su tiro exterior todo el verano. Casi todo ha ido mal, no todo, porque los Sixers sí acertaron con la construcción de la plantilla dadas las limitaciones que van unidas a pagar más de 135 millones solo a tres jugadores.

Pero tan cierto es que apenas queda combustible en los depósitos de Kyle Lowry, Eric Gordon o Andre Drummond como que el draft 2024 apunta a éxito: Jared McCain dejó brochazos de Rookie del Año antes de (annus horribilis) caer fulminado por una lesión. Y aunque Adem Bona todavía tiene que demostrar que puede ser un pívot suplente válido, Justin Edwards sí está dejando proyección de buen jugador de rotación después de no ser drafteado y caer en Philly con un contrato de tipo two-way. Un reclutado cinco estrellas de instituto, el alero cayó en desgracia tras una mala temporada en Kentucky pero ha espabilado a base de bien en su estreno NBA. Contra los Hawks acabó con 22 puntos y en los últimos cuatro partidos promedia 21 con un 48% en triples.

Pero, sobre todo, los Sixers acertaron con el trío Kelly Oubre-Guerschon Yabusele-Quentin Grimes, este último sacado en el mercado invernal de Dallas en otro error notable de Nico Harrison y su deconstrucción suicida de los Mavericks. Solo un pie de página al lado del grosero asunto Luka Doncic, pero también un error al fin y al cabo. Desde que cambió de equipo, Grimes promedia 22 puntos con más de 5 rebotes y 4 asistencias. Tiene 24 años, y hasta ahora ha sido un buen proyecto de 3&D (defensor con buen tiro) que parece capaz de convertirse en más, un escolta de primera categoría. Acaba contrato y será agente libre restringido. Oubre Jr (29 años) tendrá una player option de 8,9 millones y Yabusele (29 en su regreso contra todo pronóstico, al menos si se piensa en la pasada primavera, a la NBA) será agente libre sin restricciones tras apostar fuerte por sí mismo y ceder en lo económico: pagó su cláusula al Real Madrid y firmó por el mínimo (poco más de 2 millones).

Así que el arquitecto Daryl Morey, que aseguró en el inicio de curso que nunca había tenido un equipo con tantas opciones de ser campeón según sus maquinitas (él construyó también, recordemos, los mejores Rockets de James Harden), tiene que cruzar los dedos para el trío Embiid-George-Maxey esté sano y en algo parecido a plenitud (suena ahora mismo a milagro) la próxima temporada. Y tiene que echar cuentas e hilar fino para retener a ese otro trío, Grimes-Oubre-Yabusele, que conformaría una rotación excelente junto a, de entrada, el tercer trío, el de recién llegados (McCain-Edwards-Bona). Y todo eso mientras el equipo consume esta temporada con una lastimosa imagen (cuatro derrotas consecutivas, 21 en 25 partidos, 23-48 ahora) que obliga a apartar la vista de la pista y pensar solo en el draft. Los Sixers le dieron a los Thunder su primera ronda del draft de 2025 a cambio de que estos, básicamente, cargaran con el contrato de Al Horford, que consideraron tóxico cuatro años antes de que el dominicano fuera importante en los Celtics campeones de 2024. En esa operación también se movieron, por ejemplo, Vincent Poirier y los derechos de Theo Maledon y Vasilije Micic.

El pick de 2025 tenía protección top 6, así que los Sixers necesitan que sea una de las primeras seis elecciones. A partir de la séptima (todavía muy, muy jugosa) se irá a OKC. Por eso, su único objetivo ya es mejorar su probabilística de cara a la lotería del draft. Ahora mismo son el quinto peor equipo de toda la NBA, con el mismo balance que Brooklyn Nets. Si acabaran ahí, tendrían un 63,8% de opciones de quedarse el pick (top 6). Si pierden solo ese quinto puesto y acaban en el sexto peor, esas opciones caerían al 45,8. El asunto está claro: tanking a fuego.

Unas cuentas que se complican mucho

Y en verano… a ver. Grimes va a tener ofertas, seguro. Se ha convertido en uno de los jugadores más interesantes en un mercado que, un año más, llegará exprimido al verano. Los equipos, en esta nueva NBA de las aprons, ponen casi todos los huevos en las cestas de las ampliaciones y miran, como plan b, a los traspasos. Ya no se construye dejando espacio salarial para atraer a unas grandes estrellas que ni llegan a unas ventanas de mercado que se reservan para la captación de piezas complementarias, en general secundarias en el mejor caso. En el verano de 2024, Paul George (ay) fue el único jugador de (teórico) primerísimo nivel que cambió de aires a través de la agencia libre. Los Sixers saben que Grimes sería un complemento ideal (defensa, tiro, techo en desarrollo) para sus estrellas, y podrían retenerlo si las ofertas que llegan rondan el valor de la midlevel exception para equipos que no pagan impuesto de lujo (la próxima temporada, 14,1 millones). No hay muchos más que puedan ir más allá… pero los hay. Los Nets, que también pelean ahora por tener más o menos pelotitas en la lotería, pueden generar espacio salarial que les permita hacer una oferta a la que los Sixers no lleguen de ninguna manera, pero tienen que decidir primero qué hacen con su propio agente libre restringido, Cam Thomas. Y poco más: los Pistons parecen el otro capaz de algo así, aunque el pasado verano traspasaron a Grimes, que había llegado desde Nueva York, a los Mavs.

Lo que pase con Grimes afectará, claro, a Oubre y Yabusele. El francés es una prioridad, y desde las oficinas lo han dejado claro, pero podría irse si recibe una oferta que vaya más allá de los seis millones anuales porque ya aceptó un salario a la baja el pasado curso, solo para hacerse hueco otra vez en América, y podría no querer saber nada de la que sería la mejor baza para los Sixers: que acepte un contrato mínimo por al menos dos temporadas (en formato 1+1) por menos de tres millones anuales con la opción de jugar otra vez a buen nivel y hacer caja en el verano de 2026, en el que los Sixers ya podrían (con sus derechos early bird) saltar a una oferta de unos 60 millones por cuatro años. Algo parecido es lo que han ido intentando en los últimos veranos con Oubre, que ahora también podrá renegociar su futuro.

Los tres, seguramente, no van a tener sitio por mucho que entren en vigor los revolucionarios nuevos contratos televisivos y que el salary cap vaya a saltar, en principio, de 140,6 a 154,6 millones. El nuevo convenio estableció que las subidas no pudieran exceder el 10% para no disparar de formar anormal el gasto, algo que tuvo un efecto nocivo en el mercado tras el verano loco de 2016, el que siguió a los anteriores contratos de televisión. Los Sixers también tienen la opción de firmar a Yabusele con parte o el total de la midlevel exception de los no pagadores de impuestos (los citados 14,1 millones), pero eso les obligaría por convenio a no pasarse ni un dólar (hard cap) del primer apron: 195,9 millones. Con los grandes contratos de las estrellas y los flecos de los rookies, quedaría muy poco dinero para completar la plantilla y complicaría, en ese acordeón, las cuentas con Grimes. Si se bajar al nivel de la midlevel para pagadores de impuesto (poco más de 5 millones) el hard cap se establecería en el segundo apron (207,8 millones) y los Sixers tendrían más flexibilidad. Así que la continuidad de Grimes, un clamor ahora mismo en Philadelphia, va a necesitar comprensión, buena voluntad y quizá rebaja de Yabusele… o salida a cambio de nada del francés, cuya continuidad era también un clamor en Philadelphia hace solo unas semanas.

Gran temporada en silencio de Trae

Mientras los Sixers están en esas cosas, en todas menos en lo que pasa en la pista, los Hawks andan a lo suyo. Y es lo suyo de verdad: 35-36, séptimos del Este con dos partidos ahora de ventaja con respecto a los decepcionantes Magic. Parecen un equipo eternamente destinado a rondar el 50% de victorias y jugar el play in, al que están abonados y en cuyas posiciones se han pasado ya 475 días desde 2020, cuando se introdujo este formato. Ningún otro equipo se acerca a 400. Eso oscurece algunas cosas que no van mal o que, directamente, van muy bien. Zaccharie Risacher (22 puntos contra los Sixers) no está firmando una temporada deslumbrante pero sí está demostrando que puede ser un muy buen alero titular, como poco. No es mucho para un número 1 de draft, pero no está mal. Y Dyson Daniels parece un complemento ideal para Trae Young en el backcourt, un aspirante a Defensor del Año que lidera la NBA en robos (3 por los 1,8 del segundo, Kris Dunn) y que se ha convertido en el jugador más joven de la historia (tiene 22 años) con 200 en una temporada.

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Trae, por su parte, está firmando una excelente temporada ya sin muchos focos puesto en él. En silencio. Promedia más de 24 puntos y 11,4 asistencias por partido. En este último dato, es el mejor de la NBA (10,3 Jokic) y el líder en volumen total, algo que va a certificar por tercera vez en las últimas cuatro temporadas. Y con sus 28 puntos y 12 asistencias, muy eficientes, contra los Sixers, ha superado a John Stockton y suma 184 partidos en al menos 20+10, el octavo mejor dato en la historia de la NBA. Tiene, conviene recordarlo, todavía 26 años. Ha sido all star por cuarta vez, aunque de rebote (entró por le lesionado Giannis Antetokounmpo) y merece más reconocimiento por mucho que sus Hawks no encuentren la forma de ser un equipo top en el Este, que su defensa sea deficiente y que obviamente su equipo saliera perdiendo cuando, en la noche del draft de 2018, traspasó a Luka Doncic para quedarse con él y otra ronda de draft que acabó siendo, un fiasco, Cam Reddish. Tan cierto es todo eso como que la temporada de Trae es excelente y que merece que se hable más de él. Al menos, como mínimo, un poquito más.

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