Luka Doncic contra un ejército
Los Celtics están desmontando a los Mavs tanto en defensa como ataque. Tienen soluciones para todo lo que propone un Doncic cada vez más solo.
Solo cinco equipos en toda la historia de la NBA han remontado un 2-0 en las Finales de la NBA. En uno, los Cavaliers de 2016, Kyrie Irving (hoy en los Mavericks) era el escudero de LeBron James del mismo modo que hoy lo es de Luka Doncic. En otro, los Bucks de 2021, Jrue Holiday (hoy en los Celtics) era una pieza sin cuyo trabajo defensivo y lectura del juego no habrían bastado los trabajos hercúleos de Giannis Antetokounmpo. En todo caso, se ha hecho; Muy pocas veces, pero se ha hecho. Los Mavs tienen algo a lo que agarrarse, un asidero que puede desaparecer la noche del miércoles si no sacan adelante el primer partido en Dallas y se encuentran con un 3-0 que, ese sí, nunca se ha remontado. En ningún punto de los playoffs, no digamos en una pelea por el anillo donde lo más increíble que hemos visto conecta con el citado caso de 2016, cuando los Cavs voltearon un 3-1 contra unos Warriors que, además, defendían título y venían de firmar la mejor regular season de la historia (73 victorias, 9 derrotas).
Estos Celtics de 2024 también van camino de ser, si suman dos victorias más en sus próximos cinco partidos, un equipo histórico. Son el noveno que gana 14 en playoffs sin pasar de dos derrotas. Los ocho anteriores, fueron todos campeones de la NBA. En total, apilan ya 78 triunfos (78-20), llegarán a 80 si se llevan el anillo (la tercera mejor marca de su historia después de dos equipos de leyenda, el de 1986 y el de 2008) y tienen abierta la mejor racha de victorias de la franquicia en eliminatorias: nueve seguidas, todos sus partidos desde que los Cavaliers pusieron el 1-1 en semifinales del Este. Si ganan el tercero no solo dejarán virtualmente sentenciadas las Finales: se convertirán también en el décimo equipo capaz de enlazar diez triunfos consecutivos en playoffs.
Los Mavericks, no les queda otra, se aferran al regreso a casa. También, si acaso, a que en el segundo partido recortaron unas distancias que en el estreno de la serie parecieron gigantescas. Pero tampoco es que ese segundo asalto trajera buenas noticias para los Mavs, que perdieron el partido que tendrían que haber ganado porque les sonrío la variación estadística en los porcentajes de unos Celtics que (no es lo habitual, desde luego) sacaron buenas posiciones liberadas pero no tuvieron puntería: 10/39 en triples, que eran solo cuatro convertidos casi al final del tercer cuarto. Un 25%, su peor marca de eficiencia en la temporada y por debajo de la barrera del 32% (la media de la NBA ha sido 36% este curso) que marca una oportunidad de oro para quien quiera derrotar a un equipo que es básicamente imbatible cuando acierta desde el exterior: antes de este partido, 69-8 cuando superaban ese 32% desde la línea de tres, 8-12 si no lo hacían.
Pero es que los Mavs han sido superados en todo durante los dos primeros partidos. Las virtudes que los convirtieron en finalistas y gracias a las que superaron tres series sin factor cancha y contra rivales de más de 50 victorias en un Oeste durísimo, han sido absorbidas sin demasiados problemas por unos Celtics más profundos, con más talento y sin los puntos débiles que los Mavs podían encontrar y explotar en anteriores rivales. Todos los importantes de la rotación verde pueden anotar triples y disparan en cuanto tienen ocasión, así que la defensa no puede dejar a nadie liberado para tener más cuerpos con los que colapsar la zona. En los Celtics tampoco hay eslabones débiles en defensa, así que no hay a quien mortificar a base de dejarlo constantemente emparejado tras los bloqueos con Luka Doncic y Kyrie Irving.
Presión constante desde la creación de juego
Jayson Tatum, Jaylen Brown, Jrue Holiday y Derrick White pueden abrir la pista, tirar desde cualquier posición con efectividad y, sobre todo, poner la bola en el suelo y crear a partir de bote; Pasan bien y presionan a la defensa con penetraciones constantes. Un problema para unos Mavs cuyo backcourt defensivo (Doncic-Kyrie) no tiene precisamente peso específico en defensa, y más si se cuenta con que el esloveno está jugando mermado (lesión de rodilla, problemas de tobillo y ahora también una contusión pulmonar) y que ambos (Kyrie tiene 32 años) necesitan conservar fuerzas para generar todo el flujo de ataque de los Mavericks. Con (básicamente) todos los jugadores abiertos y capaces de hacer colapsar a la defensa a partir del bote, no es posible esconder a dos especialistas ofensivos que acaban necesitando respiros… y cometiendo errores.
Esa presión que abre vías de aguas con, además, siempre buenos tiradores enfrente, obliga a los Mavericks a vaciar la zona. Contra Thunder y Wolves, la posibilidad de olvidarse de algunos atacantes permitía que Daniel Gafford y Dereck Lively II recibieran ayudas permanentes de PJ Washington y Derrick Jones Jr. Así, los Mavs concedían muy pocos puntos cerca del aro y aceptaban felices en un intercambio en el que las matemáticas les sonreían: tiros de secundarios contra ataques en uno contra uno de Doncic y Kyrie. Los dos primeros partidos de las Finales, sin embargo, han sido dos de los tres de peor contención exterior de cualquier equipo a lo largo de todos los playoffs 2024: los Celtics han roto la primera línea defensiva con mucha facilidad y así han generado triples en buenas posiciones o una anotación de altísima eficacia cerca del aro: 15/15 en el primer partido, 20/27 en el segundo.
Los Mavericks no quieren que Jayson Tatum sea efectivo como anotador. Lo están consiguiendo: 17 puntos de media con un 12/38 total en tiros y 4/14 en triples. Pero a costa de que el alero pueda brillar como playmaker. En cuanto pisa la zona tiene tiradores a los que asistir, líneas de pase claras y compañeros que han ganado posiciones liberadas debajo del aro, a la espalda del poco eficiente muro ofensivo de los Mavs: el trabajo de Jrue Holiday para liberarse en el dunker spot durante el segundo partido (11/14 en tiros) fue excelente. En toda la temporada, Tatum ha promediado 9,1 penetraciones por partido. En los playoffs del Este, el dato subió a 11,4. Pero es que en los dos partidos de las Finales jugados en Boston se ha disparado a 18 y 29. Ha dado 19 pases a las esquinas, de los doce han acabado en tiros liberados de sus compañeros. Doncic, aunque es una de sus especialides, solo ha podido dar cinco pases a las esquinas y solo uno ha acabado en lanzamiento a canasta.
Así que Tatum lleva 16 asistencias (8 de media) en las Finales, que se suman a las 9 de Jaylen Brown. En plena madurez y en este formado tan profundo y equilibrado de los Celtics, las dos estrellas (un mundo completamente distinto al de los Mavs) no tienen que hacer heroicidades ni anotar de manera masiva. Solo sumergirse en el flujo colectivo, ver los pases, moverse y conservar fuerzas para defender, rebotear...
Cinco jugadores verdes promedian entre 21,5 puntos (Jaylen Brown) y 16 (Kristaps Porzingis). Los otros tres son Jrue Holiday (19), Jayson Tatum (17) y Derrick White (16,5). Es un ejército contra Luka Doncic, que anota 31,5 pero no ve a otro compañero hasta después de ese larguísimo lote rival. Kyrie Irving está en 14 puntos de media con un 35% en tiros y ni un solo triple convertido. Porque si el ataque de los Celtics ha podido romper sistemáticamente la zona de seguridad de los Mavericks, la defensa ha estrangulado a un equipo que promedia 93,5 puntos después de los dos partidos jugados en Boston.
Una defensa sin debilidades que explotar
En el primero, los Mavs se quedaron en 9 asistencias y 7 triples convertidos, cifras que los Celtics habían alcanzado solo en el primer cuarto. Doncic, algo insólito, no pasó de una asistencia. Se enfrenta a un rival que tiene defensores capaces de aguantar (lo humanamente posible, al menos) al esloveno en el uno contra uno. Por eso en el primer partido no hubo superioridades ni tiradores liberados gracias a (una de sus grandes virtudes) la lectura de Doncic de los dobles marcajes. En el segundo, los Celtics volvieron a obligarle (y a Kyrie) a anotar a base de tiros desde la media distancia y en acciones de uno contra uno. No hay a la vista ni triples desde las esquinas ni alley-oops en las continuaciones del pívot.
Las ventajas que convertían en sumamente efectivos a los secundarios de los Mavericks en ataque también han volado. Dereck Lively II, después de una impresionantes playoffs del Oeste, parece lo que es, un rookie al que le cuesta ubicarse. Y, todavía más grave, entre PJ Washington y Derrick Jones Jr han firmado en lo que va de Final un 2/13 en triples (15%). En las tres eliminatorias anteriores terminaron en un 62/166 (37,4%, por encima e la media de la liga).
Con Jaylen Brown y Jrue Holiday como defensores principales y Jayson Tatum como teórico pívot para quedarse con ellos en los cambios tras bloqueo, Doncic y Kyrie obtienen pocas ventajas y tienen que sudar cada uno de sus puntos. El segundo, por ahora absolutamente desdibujado, lo está sufriendo de verdad. Doncic aguanta… pero no llega a más, no contra este rival. En el primer partido estuvo muy solo porque no conectó con sus compañeros y en el segundo, porque estos no aprovecharon sus pases. El esfuerzo físico y mental hace mella. Así repartió Doncic sus 31 puntos del segundo partido: 13 con un 5/7 en tiros en el primer cuarto; 10 y 4/6 en el segundo; 6 y 2/2 en el tercero y 3 y 1/6 en el cuarto. Y llegó a 11 asistencias… pero con ocho pérdidas. Los Celtics tienen físico, cuerpos y disciplina. Pueden cambiar permanentemente o pueden mutar con Porzingis y ganar intimidación y envergadura en el drop.
No sabemos qué va a hacer Jason Kidd. Quizá, visto un desastre interior al que tampoco ayuda nada un Maxi Kleber fuera de ritmo, use más a PJ Washington como falso pívot. O puede que , glups, recupere para la rotación a Tim Hardaway Jr, por mucho que otro mal defensor sea lo último que necesitan unos Mavs en los que, ya están en el límite de la desesperación, alguien tiene que meter algunos tiros. Cuando se plantean ciertas alternativas, es que las cosas están mal de verdad.
Así que, antes de lanzar las cartas sobre el tapete para ver cómo caen, quizá Kidd se permita un último partido sin transformar demasiado su plan. Que confíe en que jugar en Dallas cambie las sensaciones físicas, reenganche a Kyrie y afine a los secundarios. Todo lo que no pase por esas líneas básicas desembocará en un 3-0 que dejaría a los Mavericks en la tumba. Y a Luka Doncic agotado por una batalla en la que por ahora no puede hacer más, tocado físicamente y desbordado contra un ejército verde que es una combinación salvaje, ejemplar, de físico y talento. Un equipo que lleva todo el curso desprendiendo aroma a campeón y que ahora, por fin, parece a punto de serlo. Salvo, claro, que cambien mucho (muchísimo) las cosas a partir del tercer partido.
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